Yasmina Khadra, autor argelino con seudónimo de mujer: "El mundo se ha vuelto inhumano"

Laura Fernández PalomoArgel, 27 oct (EFE).- El autor argelino con seudónimo de mujer, Yasmina Khadra, eligió al enano Néstor como protagonista de su última novela "Coeur d'amande" (Corazón de almendra) para ahondar en la naturaleza del ser, en un momento en el que "el mundo se ha vuelto inhumano", dice en una entrevista con EFE en Argel.

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Una trama entrañable, de amor pese a la tragedia, apartada de la bibliografía bélica de Khadra marcada por su pasado militar: "El enano para mí es la valentía humana, no hay nada más grande y valeroso que un enano porque vive en la caricatura y hace todo lo posible por ser una persona íntegra", resume Mohammed Moulessehoul (Kednasa, 1955), excomandante del Ejército que firmaba con el nombre de su esposa para evitar la censura.

Hoy todos saben su verdadera identidad, pero quiere seguir siendo Yasmina, como se le conoce en Bangldesh, Armenia, Lituania, México o Brasil, con sus obras traducidas a más de cuarenta idiomas.

Y porque "no necesito mostrar mi virilidad", "tengo el derecho a mostrar el respeto que tengo hacia la mujer" que debe encontrar el sitio que merece en la sociedad argelina, afirma.

"Coeur d'amande", su trigésima obra con nombre de pastel argelino (kalb el louz) que en su país natal describe la ternura, es un intento por "recordar que, a pesar de todo, quedan espacios de resistencia donde el ser humano encuentra su pleno lugar en el respeto por el otro, en el amor del otro y en el compartir".

Como los valores de "piedad, gratitud y compromiso" que vertebran a los individuos del Sáhara, donde nació, en una ciudad del desierto argelino donde no hay librería.

Su padre, originario de Bechar era oficial del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que luchó contra la colonización francesa. Apenas habló a Moulessehoul de aquella guerra de liberación, que este 1 de noviembre conmemora su 70 aniversario, porque quedó decepcionado con quienes "vendieron" la joven nación "a su interés".

De formación militar desde los nueve años y soldado de profesión, Moulessehoul también está marcado por "su lucha con las armas" en la Argelia de los años noventa durante el conflicto contra las milicias islamistas radicales.

Dedicado ahora solo a las letras, Khadra presume de haber llevado al mundo la voz de Argelia a la que mira con la misma crítica que expectativa, tanto por los "saboteadores" como por las "hermosas iniciativas": "El verdadero enemigo está aquí" dice, pero aún mantiene "grandes esperanzas de que el país salga adelante".

Aclamado desde su "Trilogía de Argel", que recoge las andanzas del comisario Llob -"Morituri", "Doble Blanco" y "El Otoño de las Quimeras"- cree que "debemos dejar de juzgar a los demás porque nunca podremos estar en el lugar del otro", así que reivindica su libro como una halo de humanismo en un mundo que "se ha vuelto completamente loco". Le duele. Especialmente Gaza y Líbano.

"Pensábamos que el nuevo orden mundial era un reordenamiento geoestratégico pero es falso: el nuevo orden es como llevar al ser humano a ser una bestia, un animal. Jean Jacques Rousseau definió al animal como una criatura cuyo sufrimiento se limita a su propio dolor", se angustia.

Establecido en Francia desde hace más de dos décadas, ahora pasa "ocho o nueva meses" al año en Argelia. En París, "una ciudad muy aburrida en la que está obligado a quedarse por promoción", sigue sin encontrarse "pese a sus seis millones de lectores", y pronto será más el tiempo que repose en su casa de Alicante:

Argelia y España "son los dos países del mundo donde me siento en mi hogar, feliz y sereno", manifiesta.

Carcajea al recordar cuando dijo que "Don Quijote es argelino" y lo mantiene: "Desgraciadamente es una historia triste para Cervantes que estuvo preso aquí en Argel y vendido como un producto. Lo que le salvó fue su inteligencia" de aquel Magreb que trasluce en su obra.

Moulessehoul, y Khadra, habla de vida y literatura con dolencia y optimismo al mismo tiempo, y recuerda cuando en una conferencia en Francia, "la que hoy ni siquiera permite protestar" por lo que ocurre en Oriente Medio, alertó en 2001 del regreso de las dictaduras ante las mofas de la audiencia.

"Me dijeron, escuche señor Khadra, a lo mejor la dictadura tiene un gran porvenir en vuestros países, en África, pero jamás aquí (en Occidente). Ahora estamos experimentando la dictadura occidental", valora.

"He escrito este libro para decir que aunque no podemos cambiar el mundo, intentemos no cambiar nosotros como individuos, como pequeñas comunidades" suplica: "Intentemos mirarnos al espejo porque hoy los Estados no tienen este coraje ni esta legitimidad para mirarse. Son la representación de todo aquello que es degradante, nunca la humanidad ha caído tan bajo, nunca jamás como hoy", estima.

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