Estas dos fuerzas sufrieron una sonada derrota al obtener en conjunto 215 escaños en las elecciones celebradas en la víspera, por debajo de la mayoría de los 233 que marcan la mayoría en la Cámara Baja de la Dieta (Parlamento) de Japón.
El conservador PLD de Ishiba se hizo con 191 escaños, una aguda caída respecto a los 256 que poseía de los anteriores comicios de 2021, mientras que Komeito ganó 24, 8 menos, según el recuento de resultados que recoge hoy la cadena estatal NHK y a falta de que se anuncien las cifras oficiales finales.
El gran triunfador de los comicios ha sido el progresista Partido Democrático Constitucional (PDC) de Yoshihiko Noda, principal fuerza de la oposición, que ha incrementado su representación parlamentaria desde los 98 escaños hasta los 148.
Se trata de la primera vez desde 2009 en que el PLD pierde en unos comicios la mayoría suficiente para gobernar, ya sea en solitario o con su tradicional socio de coalición.
Estos resultados abren un período de gran incertidumbre política para Japón. Tanto el PLD de Ishiba como el PDC de Noda han manifestado su disposición a buscar eventuales alianzas que les permitan gobernar, aunque por ahora han descartado cualquier opción de hacerlo juntos.
El castigo electoral que ha encajado el PLD se atribuye sobre todo a la sucesión de escándalos en los que se ha visto envuelto en los últimos años, el más reciente de ellos una serie de casos de financiación irregular de sus parlamentarios que derivó en la dimisión el mes pasado del anterior primer ministro, Fumio Kishida.
Ishiba se impuso en las primarias de su partido e hizo campaña para estas generales con el lema de "respetar las reglas" y de impulsar los principios de honestidad y transparencia, pero este mensaje no parece haber convencido a los votantes.
El PLD "no ha podido ganarse la confianza" de los ciudadanos y "ha sido juzgado con severidad", dijo en la víspera el actual primer ministro al conocer las proyecciones que dibujaban un panorama sombrío para su formación.