Antes de que el primer ministro, Shigeru Ishiba, disolviera la cámara y convocara los comicios, la formación que encabeza, el PLD, contaba con 256 asientos, 23 por encima de los 233 que marcan la mayoría simple. Junto a Komeito, ambos partidos sumaban 288 del total de 465 escaños.
El PLD se ha marcado la meta de alcanzar al menos 233 escaños en coalición, sin embargo, una encuesta telefónica realizada a unos 190.000 votantes por Kyodo, proyecta que la coalición podría tener dificultades para mantener esta mayoría.
Esta situación podría cambiar antes de la votación del domingo, ya que más del 20 % de los encuestados manifestaron que todavía no habían decidido a qué candidato apoyar.
El descontento hacia el partido gobernante, que lleva en el poder casi ininterrumpidamente desde 1955, podría reforzar el poder de la oposición en la Cámara Baja japonesa.
La última vez que otra formación superó al PLD fue en 2009, cuando el extinto Partido Demócrata se impuso en las generales y derrotó a la coalición PLD-Komeito.
Mientras tanto, el principal partido de la oposición, el Partido Democrático Constitucional de Japón (PDC), liderado por el ex primer ministro Yoshihiko Noda, está ampliando su base de apoyo, según la encuesta de Kyodo.
El partido tiene posibilidades de ganar 100 escaños o más en los distritos en los que se vota por un solo escaño, un aumento considerable respecto de los 60 que tenía antes de las elecciones, mientras que se prevé que obtenga más escaños en el sistema de representación proporcional.
Los comicios del 27 de octubre, que llegan de forma anticipada, son el resultado de la voluntad del ex primer ministro Fumio Kishida por renovar la empañada imagen del PLD a raíz de un caso de fondos ilícitos y recuperar la confianza de los votantes.
Kishida buscaba un cambio de liderazgo en la formación y convocó unos comicios internos en su partido, de los que Ishiba resultó vencedor y, en consecuencia, se erigió como nuevo primer ministro (en Japón, este cargo lo ocupa el líder de la formación más votada).
Una vez su cargo fue ratificado por la Dieta (Parlamento), Ishiba disolvió la Cámara Baja y convocó elecciones generales en el país para buscar el apoyo del pueblo japonés, aunque las previsiones indican que en las urnas pesará el escándalo de los fondos ilícitos.