Los novillos de San Martín fueron encastados en general y de correcta presentación y se registró un cuarto de entrada.
De los siempre ocurrentes tendidos de La México se escuchó reclamar la presencia de la novillera Luz Elena Martínez, una ausencia inexplicable visto el poco sitio de dos de los tres espadas que hoy hicieron el paseíllo en la denominada novillada de triunfadores.
Tan solo José María Mendoza demostró en su primer novillo argumentos para su presencia. Empezó con dudas con el capote ante la acometida impetuosa del novillo.
Con la muleta fue aún más evidente el peligro del encastado que pronto desarrolló sentido.
Mendoza tuvo mérito en dos tandas, una por cada pitón, donde logró mandar la violenta arremetida del animal. Lo hizo cruzándose con la mano izquierda y citando muy de frente.
Mató con una estocada desprendida y saludó al tercio. El novillo se fue aplaudido.
Con el cuarto de la tarde Mendoza se esmeró en el capote con unas zapopinas. Luego poco pudo hacer en la muleta ante un San Martín sin recorrido. Alargó sin razón su actuación y tras descabellos y dos avisos terminó su presentación.
La oreja de la tarde fue para Jesús sosa. Era de un novillo que desarrollaba lance a lance. Lo comprobó el banderillero Gerardo Angelino, quien recibió un derrote sin mayores consecuencias.
El premiado Sosa fue poniendo la muleta donde iba pudiendo. Mucha mano en la cadera y ningún mando sobre el novillo. Su faena en paralelo, sin sitio alguno, fue incomprensiblemente premiada con una oreja tras eficaz estocada caída.
La celebración exagerada y mañosa del joven enardeció a los muchos presentes llegados del estado de Tlaxcala, de donde es originario el joven.
Con esta decisión del palco pusieron fácil la puerta grande a Sosa con un quinto que metía la cabeza con decisión y a pesar de recibir cuatro puyas mal dadas iba y venía al reclamo de la tela.
Pero Sosa no paró de moverse, se dejó tocar la muleta, desarmar, y citó sin asomarse una sola vez al contrario. Se oyeron oles a pases a trompicones, sin principio ni final.
De no haber fallado con el acero quizás hubiese obtenido un triunfo para descrédito del coso de Insurgentes.
El tercer espada, con un San Martín que recibió un duro castigo en el caballo, dejo ver sus muchas carencias.
Ese novillo se impuso a Axel López, quien animado por benevolentes oles ejerció una lidia aliviada, interpretando mucho sin decidirse a cruzarse en ningún momento. Se llevó un par de arreones y pretendió solucionar la papeleta con demostraciones de valor.
Cerró plaza López con el sexto, un novillo de reducidas hechuras. Inició a puerta gayola con el capote y en el estribo con la muleta. Las buenas intenciones no fueron seguidas ni de quietud ni de sitio y con un buen descabello hecho el telón al ciclo de novilladas de 2024.