La cuna de la Primavera Árabe celebra sus terceras presidenciales desde que el país iniciara un proceso de transición hacia la democracia que la oposición ve hoy en peligro, y se debate entre el boicot o el apoyo a Zamel para dificultar la mayoría del presidente en la primera vuelta. En total 9.753.217 ciudadanos, el 32,6% menor de 35 años y un 50,4% de mujeres, de los que 642.819 (el 6,6%) pueden votar desde este viernes en las representaciones diplomáticas de 59 países.
Las elecciones se celebran en un “clima de miedo y represión”, denuncia sociedad civil y partidos políticos que ayer convocaron una manifestación de rechazo en el centro de Túnez, y una aparente indiferencia ciudadana preocupada por la crisis económica estructural y el alto desempleo por encima del 15%.
La polémica precede a la cita electoral debido al registro de candidatos, algunos de los cuales fueron detenidos o procesados, y después de que una reforma electoral de última hora retirara las competencias al Tribunal Administrativo que había solicitado la admisión de tres destacados aspirantes.
Said fue elegido democráticamente en las elecciones de 2019 en segunda vuelta con el 72,71% de apoyo y el 56,81% de participación, algo más alta que el 48,98% que acudió hace cinco años a las urnas para elegir entre seis candidatos en la primera ronda. En julio de 2021, en medio de la turbulencias políticas de la transición, el presidente suspendió el Parlamento y se arrogó plenos poderes, ante denuncias de “golpe de Estado”, y desde entonces ha instaurado un nuevo sistema ultrapresidencialista con una nueva Constitución aprobada en referendo (70% de abstención) que limita las funciones de la Cámara.