El presidente del tribunal, Roger Arata, dio marcha atrás en la decisión que había tomado el pasado 20 de excluir al público y a la prensa de la sala en el momento en que se proyectaran esos vídeos y autorizó su presencia, como quería Gisèle Pelicot, que había querido que con la transparencia en el proceso de todo lo que se le hizo “la vergüenza cambie de bando”.
Arata, de acuerdo con la prensa local, anunció su giro al término de un debate este viernes por la mañana en la audiencia sobre esa cuestión y precisó que dado el carácter de las imágenes, que se van a empezar a emitir esta misma tarde, cada vez que se haga se hará un anuncio para que los que quieran puedan salir de la sala.
Durante ese debate, Antoine Camus, abogado de Gisèle Pelicot, que se ha constituido en acusación particular, justificó la pertinencia de que el público y la prensa estén presentes para evitar que la defensa presente ante unos y otros lo que las imágenes muestran.
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Para Camus, los vídeos sirven para que “se hunda” la tesis que sostienen algunos de los acusados “de una violación accidental, de una violación por falta de atención, por imprudencia”. “Lo que muestran -subrayó- es la violación oportunista”.
Los vídeos de las violaciones a Gisèle Pelicot y la posible interpretación
El letrado de la acusación particular señaló que si el público y la prensa no están presentes se corre el riesgo de que “para salvar la cara”, los letrados de los que se sientan en el banquillo cuando se les permita volver a la sala hagan una interpretación sesgada de las imágenes para decir que las cosas allí no quedan claras.
Precisamente Nadia El Bouroumi, que es abogada de uno de los acusados de haber violado a Gisèle Pelicot, justificó su posición contraria a la difusión de los vídeos con el público y la prensa en nombre de “un proceso justo”, del ejercicio del derecho de la defensa y de la presunción de inocencia.
El Bouroumi se quejó de que “estamos en una situación de dictadura mediática” y reivindicó el derecho a plantear preguntas sin que se les reproche estar atacando a la acusación particular.
“La señora Pelicot -afirmó- es víctima, eso no se puede discutir. Pero ¿los acusados estaban en capacidad de entenderlo?”
Muchos de los que se sientan en el banquillo reconocen haber mantenido relaciones sexuales con la víctima -con las imágenes sería imposible negarlo-, pero sostienen que creían que tenían su consentimiento implícito, a través de su marido y que no eran conscientes de que éste utilizaba la sumisión química para saltarse su voluntad.
Dominique Pelicot está siendo juzgado desde el 2 de septiembre junto a otros 50 acusados ante el Tribunal de lo Criminal de Vaucluse (sureste de Francia) por haber drogado durante casi diez años con ansiolíticos a su mujer para violarla en estado inconsciente y que también abusaran sexualmente de ella decenas de hombres con los que contactaba en plataformas en línea.