La planificación ayudará a reducir los riesgos e incertidumbres que recaen sobre estas economías, según informes presentados por la agencia en la reunión del grupo de trabajo de Transiciones Energéticas del G20 que se realiza esta semana en Foz de Iguazú con la presencia de ministros y líderes del sector.
De acuerdo con Irena, a medida que el mundo avanza hacia una transición energética más justa e inclusiva, las economías del sur global enfrentan "desafíos significativos" para atraer inversiones.
La entidad apuntó que en 2023, cuando las inversiones globales relacionadas con la transición energética superaron los 2 billones de dólares por primera vez, la mayor parte de la financiación fue para mercados avanzados, "un puñado" para economías emergentes como Brasil, China e India y "el resto del mundo recibió apenas el 10 %".
Asuntos como la inestabilidad política, las barreras reguladoras, acuerdos poco confiables con los compradores, la volatilidad de las monedas y la escasez de trabajadores calificados son riesgos que pueden frenar las posibilidades de inversión en estos países.
La planificación energética nacional, según Irena, puede ayudar a presentar una visión clara de las necesidades de inversión, minimizar las incertidumbres y evitar decisiones 'ad hoc', creando un entorno propicio que, de acuerdo con la agencia, movilizará financiación y aumentará la confianza de los inversionistas.
Para Francesco La Camera, presidente de Irena, la transición energética en el sur global debe evolucionar, porque sin capital internacional y nacional, de fuentes públicas y privadas y a costos asequibles no será posible ampliar las inversiones para todos los países.
"Un marco sólido de planificación energética es una condición previa para la movilización exitosa de la financiación", aseguró.
En este sentido, los informes de Irena destacan el papel crucial del G20, como foro que reúne a las principales economías del mundo, para ampliar la escala y el alcance de las inversiones en energías renovables, mediante su propia financiación bilateral directa, donaciones y sus contribuciones de capital a bancos y otras entidades financieras para el desarrollo.
Resaltan asimismo el papel de la cooperación internacional más allá de préstamos y donaciones mediante apoyo técnico, transferencia de tecnología y conocimientos, asesoramiento sobre políticas, creación de capacidad y, en particular, una planificación energética sólida.