El jefe del Estado se reunirá primero con Herbert Kickl, que fue ministro del Interior entre 2017 y 2019 y lidera ahora al partido de extrema derecha, que el domingo obtuvo su primera victoria a nivel nacional en el país, con casi el 29 % de los votos.
Van der Bellen puso en duda en el pasado que fuera a aceptar a Kickl como canciller federal, independientemente de los resultados electorales, debido a lo que calificó de posturas antieuropeas del dirigente ultra.
El presidente pidió hoy al actual Gobierno, formado por el conservador Partido Popular (ÖVP) y el ecologista Los Verdes, que continúe con su gestión de forma interina hasta que se elija a un nuevo Ejecutivo.
"Ahora se trata de dialogar y de encontrar una mayoría viable", dijo el presidente sobre la ronda de contactos, que seguirá la semana que viene luego con los otros cuatro partidos que han conseguido representación parlamentaria: ÖVP (26 %), el socialdemócrata PÖ (21 %), el liberal Neos (9 %) y Los Verdes (8 %).
De momento, todos se han negado a coaligarse con el xenófobo y prorruso FPÖ o, en el caso del Partido Popular, de aceptar a Kickl como jefe de un nuevo Ejecutivo.
Karl Nehammer, actual canciller federal (equivalente a primer ministro) y jefe del ÖVP calificó antes de las elecciones al líder ultraderechista como un peligro para la seguridad de Austria, por sus posiciones prorrusas, sus posturas eurocríticas y su rechazo a apoyar a Ucrania tras la invasión rusa.
Si el FPÖ no logra apoyos para formar Ejecutivo, en un país sin tradición de Gobiernos en minoría, una opción sería una gran coalición entre conservadores y socialdemócratas.
Esta es la fórmula que ha funcionado en Austria casi la mitad del tiempo transcurrido desde la II Guerra Mundial.
En esta ocasión, los dos grandes partido suman una ajustada mayoría de 92 de los 183 diputados, lo que podría facilitar la entrada de un inédito tercer socio con Neos (18 diputados) o Los Verdes (16).