En esos comicios, en los que venció el ultraderechista FPÖ con el 29,2 %, el ÖVP fue segundo, con un 26,5 %, más de 11 puntos porcentuales menos que en las elecciones de 2019.
Pese a la histórica sangría de votos, la peor que ha sufrido el partido desde 1945, la directiva del ÖVP confirmó a Nehammer como jefe de la formación.
Tras la reunión de los responsables del partido, el mandatario conservador dijo ante la prensa que el presidente federal de Austria, el progresista Alexander Van der Bellen, debería ahora encargar al ganador de las elecciones, el líder ultraderechista Herbert Kickl, la formación de un nuevo gobierno.
Además, el FPÖ debería presentar -en su condición de ganador de las elecciones- a un candidato para la presidencia de la Cámara baja del Parlamento, como se viene haciendo desde 1945.
"En mi opinión, es tradición que quien gane las elecciones se encargue de dirigir las conversaciones exploratorias (para la formación de un gobierno)", declaró Nehammer.
"Con más del 26 %, el resultado fue bastante mejor de lo que esperábamos", señaló el canciller federal en referencia a las encuestas durante el pasado año.
La "carrera por recuperar terreno" fue finalmente un éxito parcial, aunque no se consiguiera el primer puesto, matizó Nehammer, quien por ahora ha descartado entrar en una coalición con Kickl como jefe de Gobierno.
En la campaña para los comicios del domingo, el canciller había calificado al líder ultraderechista de un "peligro para la seguridad" de Austria, por sus posiciones prorrusas, sus posturas eurocríticas y su rechazo a apoyar a Ucrania tras la invasión rusa.
Los analistas austríacos consideran que la formación de gobierno durará varios meses, posiblemente hasta Navidades.
Existen varias posibilidades, entre ellas, una cooperación entre FPÖ y ÖVP, una coalición entre conservadores y socialdemócratas o un tripartito entre estos dos últimos con los liberales.