Este viernes, el papa Francisco terminó su gira de 12 días por países del sudeste de Asia y Oceanía. Antes de partir, el pontífice argentino de 87 años ofreció un discurso repleto de energía y humor ante unos 600 jóvenes de distintas religiones en una escuela católica de Singapur, a quienes pidió no ser “esclavos” de la tecnología.
“Tomen riesgos, salgan afuera”, les dijo Francisco. “Un joven que tiene miedo y no toma riesgos es un viejo”, bromeó.
Alrededor de mediodía, el pontífice marchó de esta rica y cosmopolita ciudad-Estado en dirección a Roma, donde su llegada está prevista a las 18H25 (16H25 GMT).
A bordo del avión papal, el jesuita argentino ofrecerá la tradicional rueda de prensa para los periodistas que lo acompañan, la primera desde su último viaje internacional hace un año, a la ciudad francesa de Marsella.
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El ambicioso periplo de 33.000 km había sembrado dudas sobre la capacidad de Jorge Bergoglio, que se mueve en silla de ruedas, de resistir a esta odisea a tres meses de cumplir 88 años y poco más de un año después de someterse a una importante operación abdominal.
Pero ni la agenda repleta con 16 discursos y múltiples actos oficiales, ni el desfase horario, ni el calor tropical han hecho demasiada mella en el sonriente jefe de la Iglesia católica.
A lo largo de la gira, Francisco se mostró animado y despierto, especialmente en uno de los puntos culminantes del viaje, una misa multitudinaria ante 600.000 fieles en Dili, la capital de Timor Oriental.
Durante dos horas y bajo un intenso calor, el pontífice se dejó llevar por gestos improvisados, especialmente ante los jóvenes, reaccionando vivaz a los testimonios que le leían y solicitando al intérprete que tradujera sus declaraciones.
Pareció más sombrío en los desfiles militares en su honor, una tradición que siempre ha aborrecido, o durante la última misa el jueves en Singapur, en la que la fatiga empezó a asomar en su rostro.
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