El objetivo de los manifestantes era alcanzar un edificio gubernamental en la localidad de Howrah, vecina a la capitalina Calcuta, para exigir la dimisión de la jefa de Gobierno bengalí, Mamata Banerjee.
Los agentes desplegaron fuertes medidas alrededor de la sede del edificio, rodeado desde las primeras horas del día por vallas de protección y por miembros de las fuerzas de seguridad, mostró la televisión delhí NDTV.
La Policía recurrió al uso de gases lacrimógenos y cargas policiales para evitar que los manifestantes desbordaran las barreras.
La violación y el asesinato de una médica residente, de 31 años, cuyo cadáver fue hallado el pasado 9 de agosto con heridas brutales en una sala de reuniones de un hospital en la ciudad de Calcuta ha conmocionado a la India y motivado numerosas protestas a lo largo de todo el país, principalmente en la ciudad bengalí.
No se trata únicamente de la gravedad del caso, ya que los manifestantes también han denunciado los retrasos y supuestas faltas en la investigación de un suceso que fue inicialmente catalogado como un suicidio.
La joven se encontraba en un descanso de turno de 36 horas en el hospital universitario R.G. Kar, donde realizaba sus prácticas de posgrado.
Banerjee, líder del partido All India Trinamool Congress (TMC) y gobernante en Bengala Occidental, ha sido objeto de buena parte de las críticas en una cuestión que se ha convertido en un pulso político con el Bharatiya Janata Party (BJP) del primer ministro indio, Narendra Modi.
La violencia sexual contra las mujeres en el país asiático es un problema persistente, y con frecuencia provoca la reacción de una parte de la sociedad que exige más medidas para garantizar la seguridad de las mujeres frente a un problema complejo.
El último informe de crímenes de la India, que corresponde a 2022, reveló que se registran casi 90 casos de violación por día.