Herido por una mina, el bosnio Ermin Jusufovic busca su tercer oro paralímpico

SARAJEVO (BOSNIA-HERZEGOVINA). “Ya no tienes tu pierna”. Esta frase, dicha por su padre, estará siempre en la cabeza de Ermin Jusufovic. Veintisiete años después, es uno de los pilares de la selección de voleibol sentado, que aspira a una nueva medalla en los Juegos Paralímpicos de París.

El jugador de voleibol sentado de Bosnia y Herzegovina, Ermin Jusufovic, observa durante la reunión del equipo nacional de Bosnia y Herzegovina antes de la salida para los Juegos Paralímpicos de París 2024 en el Aeropuerto Internacional de Sarajevo.
El jugador de voleibol sentado de Bosnia y Herzegovina, Ermin Jusufovic, observa durante la reunión del equipo nacional de Bosnia y Herzegovina antes de la salida para los Juegos Paralímpicos de París 2024 en el Aeropuerto Internacional de Sarajevo.185018+0000 ELVIS BARUKCIC

“El accidente fue el 19 de mayo de 1997. Yo no tenía ni 16 años”, recuerda en una entrevista con la AFP en Sarajevo (Bosnia) el jugador más valioso del Mundial-2022.

En su pueblo, cerca de Lukavac (noreste), a doce días de su 16 cumpleaños, el adolescente trabajaba la tierra en compañía de su madre y de su hermano gemelo. La guerra había terminado hace un año.

En lugar de desviarse “entre 30 y 40 metros” para evitar una “zona sospechosa (...) que había sido primera línea del frente” durante la guerra (1992-1995), él decidió cruzarla.

“Algo sucedió. No me dí cuenta de que fue una detonación. Estaba tumbado en el suelo, inmóvil. Sentí el olor de la pólvora negra (...) una mina”, contó Ermin Jusufovic tras un entrenamiento de preparación para los Juegos Paralímpicos (del 28 de agosto al 8 de septiembre).

Lo siguiente que recuerda es levantarse en la cama del hospital.

“Debes aceptarlo”

“Pregunté a mis padres si me habían cortado la pierna. Sabía que no podrían salvarla tal y como la había visto. Mi madre balbuceó algo y mi padre me dijo: ya no tienes tu pierna. Debes aceptarlo, tarde o temprano. Tendrás que vivir con ello”, aseguró.

“Entonces llegaron las primeras lágrimas y todo lo que es normal en esas circunstancias, estuve así seis meses. Después, vino la primera prótesis y con ella las primeras lágrimas de alegría”, explicó.

Unos meses más tarde, el entrenador del club local de voleibol sentado lo vio en un centro médico y le dijo que se pasara a entrenar.

“Le respondí, de acuerdo, iré a ver. Después, en casa, me dije que imposible, que no me podían ver sin pierna”, recuerda Ermin Jusufovic con una sonrisa aquellos días de “situaciones estresantes y no naturales del principio”.

Herido por una mina, tras la guerra

Los accidentes de minas tras la guerra causaron más de 1.150 heridos y 624 fallecidos en Bosnia según datos oficiales.

Un punto de inflexión fue el encontrase con Safet Alibasic, hoy su compañero en la selección, ya que decidió ir con él a su primer entrenamiento.

Fue en 1998. Ermin Jusufovic recuerda entrenamientos “difíciles”, muy físicos y a menudo sin balón. Pero, sobre todo, rememora la gran motivación. Hacía también ejercicio en casa, perdió 30kg en un año y consiguió alcanzar un peso perfecto.

”La mejor versión de mí mismo”

Tres años más tarde, Ermin ganó con el equipo nacional la medalla de oro en el Campeonato de Europa de Hungría. Desde entonces, no ha faltado a ningún torneo con la selección. Su gran rival es Irán, un gigante mundial en este deporte con 7 medallas de oro olímpicas y dos de plata en nueve participaciones.

De sus 16 medallas de oro, Bosnia ganó dos en los Juegos Paralímpicos (2004 y 2012), once en campeonatos de Europa y tres en Mundiales.

A sus 43 años, Ermin Jusufovic cuenta con una victoria contra Irán en la final de París y con su tercera medalla de oro paralímpica.

¿Durante sus 23 años de carrera tuvo momentos de debilidad?

“Ha habido momentos en los que pensé en abandonar. Me preguntaba si lo necesitaba”, afirmó este padre de dos niños, empleado de la administración cantonal de Tuzla, en el departamento de deporte y juventud.

“La mejor versión de mí mismo”

“Pero el hecho es que soy la mejor versión de mí mismo en la pista de voleibol sentado, siempre fue importante para mí continuar (...) Es lo que me mantiene con vida”, aseguró. “Una vez que estoy entrenando, nunca me pregunto porqué he venido”.

El deporte, contó, le permitió recorrer el mundo, hacer amistades, divertirse y tener una familia cuyo apoyo es “crucial” para él.

“A veces digo: afortunadamente, perdí una pierna”.

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