“No hay lugar para una trampa peligrosa en la que los ‘mediadores’ nos dicten una ‘fórmula’ y nos impongan un acuerdo de rendición (...) que restará importancia a la disuasión de Israel y su imagen en Oriente Medio”, escribió Smotrich en la red social X.
El funcionario, que integra el ala ultraderechista del Gobierno israelí, instó al primer ministro, Benjamín Netanyahu, a que “no caiga en esta trampa y no acepte ningún cambio, ni siquiera el más mínimo, respecto de las líneas rojas que estableció”.
Estados Unidos, Egipto y Catar, que fungen como mediadores, exigieron el jueves a Israel y Hamás que “reanuden las discusiones urgentes el jueves 15 de agosto en Doha o El Cairo para cerrar todas las brechas restantes y comenzar la implementación del acuerdo sin más demora”.
Lea más: Israel inicia nueva incursión terrestre en Jan Yunis, en el sur de Gaza
Netanyahu -quien recibe cada vez más presión del presidente estadounidense, Joe Biden, para firmar el acuerdo- respondió positivamente y su oficina anunció en la madrugada que una delegación israelí viajará el próximo jueves para abordar “los detalles de la implementación del acuerdo”.
Hasta ahora, el acuerdo había quedado estancado ante la exigencia de Hamás de que el cese el fuego sea definitivo, y la insistencia de Netanyahu de reanudar los combates hasta “extinguir” al grupo islamista.
La actual propuesta de los mediadores se basa en los principios descritos en mayo por Biden, que incluyen una primera fase de seis semanas en las que habría un alto el fuego completo, se retirarían las tropas israelíes de todas las áreas pobladas de la Franja de Gaza y se intercambiarían varios rehenes por palestinos presos en cárceles israelíes.
Smotrich criticó que esto crea "una simetría ilusoria entre los rehenes israelíes -hombres, mujeres y niños- que fueron secuestrados de sus camas con terrible crueldad, y terroristas despreciables que asesinaron judíos y están cumpliendo su condena".
Lea más: Israel abordará “detalles” del pacto de cese el fuego con Hamás el próximo jueves
Sin embargo, el Foro de las Familias de los Rehenes, una organización que presiona por la liberación de sus allegados, expresó ayer su “profunda gratitud” a los mediadores e instó a Netanyahu a firmar el acuerdo cuanto antes.
Desde que estalló la guerra, miles de palestinos, principalmente de la Franja de Gaza, han sido arrestados e internados en centros de detención -muchas veces sin cargos en su contra-, como el de Sde Teiman, donde las autoridades israelíes practican sistemáticamente torturas, palizas y agresiones sexuales contra palestinos, según varias organizaciones internacionales.
Cinco soldados se encuentran detenidos por ser sospechosos de cometer abusos sexuales graves contra un preso palestino en Sde Teiman, mientras otro uniformado enfrenta cargos por delitos de malos tratos contra varios presos palestinos.
Smotrich, quien habita un asentamiento en Cisjordania ocupada y es fuertemente criticado en la esfera internacional por su postura racista antiárabe, reiteró ayer que considera "inmoral e injusto" permitir la entrega de ayuda humanitaria a civiles de la devastada Gaza mientras Hamás no libere a los rehenes.
Lea más: EE.UU., Egipto y Catar exigen a Israel y Hamás que cierren pacto de alto el fuego inmediato
El funcionario reforzó así recientes declaraciones en las que dijo que dejar morir de hambre a los dos millones de gazatíes "podría estar justificado".
Smotrich y el ministro de Seguridad Nacional, el también ultranacionalista Itamar Ben Gvir, han amenazado con abandonar la coalición de Gobierno si Netanyahu firma una tregua con Hamás.
La guerra estalló el 7 de octubre del año pasado tras un ataque de Hamás contra Israel que dejó unos 1.200 muertos y 251 secuestrados. Actualmente, 111 rehenes continúan en la Franja, aunque al menos 39 habrían perdido la vida.
Tras más de 10 meses de escalada, la ofensiva israelí ha dejado en la Franja de Gaza casi 40.000 muertos -la mayoría niños y mujeres-, más de 90.000 heridos, 10.000 desaparecidos bajo los escombros y 1,9 millones de desplazados que sobreviven en una crisis humanitaria sin precedentes por la destrucción generalizada, el colapso de los hospitales, los brotes de epidemias, la amenaza de la hambruna y la escasez de agua potable, alimentos y medicinas.