Nicolás Maduro fue proclamado vencedor de las elecciones de Venezuela el pasado 28 de julio con 52% de los votos, por encima de Edmundo González Urrutia, quien reivindica su triunfo, denuncia un fraude y sostiene tener las pruebas que lo confirman.
Anunciado el resultado, estallaron protestas que dejaron al menos 11 muertos, según organizaciones de derechos humanos, y unos 2.000 detenidos, de acuerdo con Maduro.
Entre las etiquetas más usadas en la red X, después de la elección, estaban #fraude y #VenezuelaLibre, así como #HastaElFinal, mantra de la líder opositora María Corina Machado, que no fue candidata por una inhabilitación.
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En el otro polo se posicionó un #GanóMaduro.
Las manifestaciones, muchas en barrios populares que dominaba electoralmente el chavismo, fueron transmitidas masivamente por redes sociales, mientras la mayoría de los medios tradicionales guardaba silencio en un ambiente de “censura” y “autocensura”, según denuncia la prensa.
La lectura de Maduro: promoción de “odio”, “fascismo”, “división” y “amenazas”.
“Utilizaron el proceso electoral (...) para instalar el odio a través de TikTok e Instagram. Acuso a TikTok y acuso a Instagram de su responsabilidad en la instalación del odio para dividir a los venezolanos”, ha dicho Maduro, que pidió a su Consejo de Seguridad “recomendaciones” para regular las redes sociales y evitar un “golpe de Estado ciberfacista criminal”.
Son “multiplicadores conscientes del odio y el fascismo”, señaló Maduro, que acusa igualmente al magnate Elon Musk de orquestar los “ataques contra Venezuela” y estar detrás de un “jaqueo masivo” contra el sistema del Consejo Nacional Electoral (CNE), que hasta ahora no ha presentado un escrutinio detallado.