La Organización Australiana de Seguridad e Inteligencia (ASIO, siglas en inglés) fue el organismo que comenzó a indagar sobre los sospechosos movimientos de las pareja y más tarde elevó el caso a la Policía Federal y otras autoridades para proceder a la detención, según informa este sábado el canal público ABC.
La pareja, identificados como la exsoldado del Ejército australiano Kira Korolev y su marido Igor Korolev, fueron acusados el viernes ante un tribunal de la ciudad oriental de Brisbane por el delito de preparación para un acto de espionaje.
Los acusados no solicitaron la libertad bajo fianza por este delito que supone la primera acusación de espionaje que se formula en Australia desde la aprobación de una Ley contra la Interferencia Extranjera en 2018 y que acarrea una pena máxima de 15 años en prisión.
Kira, quien desempeñó durante varios años como técnica de sistemas de información y había obtenido un permiso de seguridad del Ejército, e Igor supuestamente lograron acceder a material militar “sensible” con la intención de compartirlo con las autoridades de Rusia.
Ambos conservaban su pasaporte ruso a pesar de haber obtenido la nacionalidad australiana, ella en 2016 y el en 2020, y vivir en el país oceánico desde hace más de una década.
El Tribunal de Magistrados de Brisbane, que juzga a ambos, fijó una nueva vista para el 20 de septiembre próximo.
Acusaciones entrecruzadas
Las detenciones han elevado aún más el conflicto diplomático entre Australia y Rusia, con una relación prácticamente rota desde la invasión rusa a Ucrania por la que Camberra ha enviado numerosa ayuda, incluidas armas y munición, a las tropas de Kiev.
La Embajada de Rusia en Australia acusó a las autoridades australianas de incitar una “ola de paranoia antirrusa”, en un comunicado publicado anoche en la red social X.
Durante la rueda de prensa donde se informó de los arrestos “se utilizaron trucos teatrales, como hablar con ‘espías rusos’ imaginarios que se suponía estaban por todas partes”, apunta la delegación, que ha solicitado información a las autoridades del país para proporcionar la “ayuda consular apropiada” a los Korolev.
Por su parte, el primer ministro australiano, Anthony Albanese, respondió este sábado que Rusia “no tiene credibilidad” en referencia a la acusación vertida por la embajada.
“¿Qué tal si intentas dejar de interferir en los asuntos internos de otras naciones soberanas? Este es un país que no respeta el derecho internacional y se les debe mirar con desprecio, que es lo que tengo para ellos (...) Rusia puede captar el mensaje: retrocedan”, remarcó Albanese en una rueda de prensa en Brisbane.