Los países bálticos celebran una fiesta de San Juan inspirada en ritos paganos

Juris KazhaRiga, 22 jun (EFE).- Los tres países bálticos celebran este fin de semana la fiesta de San Juan, con hogueras, cerveza y festejando en eventos públicos o con familia y amigos, en una tradición inspirada en los antiguos ritos paganos que daban la bienvenida al solsticio de verano.

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Las celebraciones -marcadas por un erotismo que data de tiempos lejanos- fueron enmascaradas con la llegada del cristianismo con referencias a San Juan Bautista, en honor del cual los letones hablan de la fiesta de Jāņi, mientras que para los estonios es Jaanipäev y, para los lituanos, Joninės.

No obstante, el santo presta a la festividad poco más que su nombre. Una de las prácticas tradicionales en la corta noche veraniega es buscar la flor del helecho, un eufemismo para hallar un lugar apartado para entregarse al amor.

En algunas de las canciones tradicionales letonas sobre Jānis, éste aparece como una figura sexualmente activa que llega en su gran día para deleite de las jóvenes campesinas.

En los tres países, las celebraciones comienzan ya antes del domingo por la noche, cuando los festejos, la bebida y los saltos sobre las hogueras arrancan en serio.

En la capital letona de Riga, el mercadillo anual de San Juan engalanó el viernes la céntrica Plaza de la Catedral, con un escenario para actuaciones musicales y docenas de stands que vendían guirnaldas y coronas de hojas de roble, así como comida, artesanía y cerveza.

Varios ofrecían el tradicional queso Jānis, blando, cremoso y con semillas de comino, que se toma con cerveza, así como una importación de la época soviética, la brocheta de carne de cerdo asada conocida como shashlik.

Recuerdos en familia

El mercadillo de Riga, llamado oficialmente Zāļu tirgus o mercado de las hierbas (para la decoración y la confección de guirnaldas) atrajo tanto a vecinos como a turistas.

Martin, venido de Alemania, contó a EFE que su madre es letona y que ha acudido con su novia a celebrar el domingo "la noche de Līgo", llamada así por el estribillo de muchas de las canciones tradicionales que hacen referencia al movimiento del baile.

Vic, procedente de Reino Unido y casado con una letona, explicó que era su "primera vez" este festival. "Lo más parecido que tenemos en verano es el festival de música de Glastonbury y las fiestas en Stonehenge", afirmó.

Su esposa, Liene, contó a EFE que la celebración le trae a la mente recuerdos de la infancia con sus abuelos.

Por su parte su madre, Daiga, rememoró los tiempos en los que, durante la época soviética, las celebraciones de Jāņi estaban mal vistas, aunque no prohibidas oficialmente, al ser consideradas algo atrasado e incompatible con los valores socialistas.

Los padres de Daiga trabajaban en una empresa rural cuyos responsables sorteaban la prohibición no escrita y la familia terminaba festejando de todas formas a pesar de los obstáculos.

La muchedumbre que llena la Plaza de la Catedral incluye a muchas familias con niños pequeños, como la de Agnese, que lleva en brazos a Gustavs, de seis meses, y que dijo que celebraría el primer Jāņi del bebé en el campo con los suyos.

"Vinimos aquí a ver el espectáculo y a encontrarnos con amigos", explicó, mientras un grupo de danza de niños de primaria, ataviados con trajes tradicionales, se subía al escenario para empezar a bailar.

Aunque las celebraciones del solsticio son en gran medida pacíficas y alegres, las autoridades de los tres países bálticos han advertido de que serán severas con la conducción bajo los efectos del alcohol y que están listas para lidiar con cualquier emergencia o desorden público.

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