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Según la religión musulmana, el sacrificio realizado por la máxima autoridad religiosa tiene la función de cubrir la obligación del sacrificio a aquellos súbditos que, por la razón que sea, no pueden degollar un animal el día del Aíd al Adha.
Vestido con la tradicional chilaba amarilla, el monarca llegó a la mezquita tras un recorrido por las calles de la ciudad norteña a bordo de un coche clásico, a través de cuyo techo abatible salió intermitentemente a saludar a los ciudadanos que le esperaban en las aceras, según las imágenes retransmitidas por la televisión pública marroquí Al Oula.
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Asistió a la oración del Aíd al Adha (Fiesta del Sacrificio en árabe) acompañado de su hijo el príncipe heredero Mulay Hasán, su hermano el príncipe Mulay Rachid y el presidente del Gobierno marroquí, Aziz Ajanuch.
Tras el rezo, a las puertas de la mezquita, el rey degolló un carnero blanco con ocasión de esta festividad, la más importante del calendario musulmán, tras indultar este domingo a 1.484 condenados a prisión y a pago de multas.
Mohamed VI fue entonces trasladado de nuevo en comitiva hasta el Palacio Real de Tetuán.