La cumbre, que busca impulsar el plan de paz del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, se celebra en un momento de impulso a Kiev, después de que el G7 acordara la víspera en Italia conceder a Ucrania un préstamo de al menos 46.000 millones de euros.
Zelenski llegará al complejo de lujo de Bürgenstock, cerca de Lucerna (15-16 de junio), tras ese espaldarazo, pero sus esfuerzos en aunar apoyos en el Sur Global no serán del todo fructíferos con la parte asiática, pese a sus recientes viajes a Singapur y Filipinas para pedir la asistencia a los líderes de Asia-Pacífico.
Su campaña se ha topado en esta región con la de Moscú y Pekín, que apenas hace un mes recibió al presidente ruso, Vladímir Putin, haciendo un nuevo alarde público de sintonía, y que no enviará a ningún representante al foro en protesta por no figurar Rusia entre sus más de 160 invitados de 90 países y organizaciones.
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No solo China no atenderá, algo que deseaba especialmente Zelenski, esperanzado en que Pekín utilice su influencia sobre Moscú, sino que, según publicaciones, la potencia asiática podría preparar una cumbre alternativa, respaldada por países como Brasil.
Desde Pekín desoyen las acusaciones de boicot. “China da la bienvenida a todos los esfuerzos conducentes a la paz. Hemos estado en contacto con las partes, incluyendo Ucrania, sobre el evento. Esperamos que se invite a todas las partes a participar de manera equitativa y que se discuta de manera justa”, dijo hoy el portavoz de Exteriores Lin Jian.
La decisión de China y de otros países de la región, muy dependiente de Pekín en el plano económico, será un varapalo para Zelenski, quien desde Singapur urgió a comienzos de junio en un foro de defensa a los líderes asiáticos a sumarse.
“Queremos que Asia apoye el fin de la guerra. Queremos que los líderes asiáticos acudan a la cumbre”, exhortó Zelenski en el foro, al que acudieron entre otros los jefes de Defensa de EE.UU. y China, Lloyd Austin y Dong Jun.
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Pero ya en la ciudad-Estado asiática se percibió un cierto escepticismo hacia el mensaje del líder ucraniano, en parte por la exclusión de Rusia, cercana a otros países asiáticos aparte de China, y también por el calado de la visión de Moscú y Pekín de un "doble rasero" occidental en cuanto a las diferencias entre la respuesta a este conflicto y al de Gaza.
Así, pese al llamamiento de Zelenski, en principio el primer ministro japonés, Fumio Kishida, es el único dirigente que ha confirmado su asistencia a Suiza, adonde irá tras su paso por el G7 en Italia. La vecina Corea del Sur no ha confirmado asistencia.
Delegaciones ministeriales
Filipinas, adonde viajó Zelenski tras Singapur y que en principio iba a enviar al presidente, Ferdinand Marcos Jr., informó esta semana de que en su lugar irá el consejero para la paz y la reconciliación del Gobierno, Carlito Galvez, sin más explicaciones.
Singapur, el único país del Sudeste Asiático que ha impuesto sanciones a Rusia, también enviará una delegación ministerial, en línea con Tailandia.
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Malasia, uno de los países, junto a Indonesia -ambos de mayoría musulmana- más firmes a la hora de condenar la guerra en Gaza, se abstendrá de participar, y por parte de Yakarta será el embajador en Berna quien acuda, una elección de perfil muy bajo pese a que el presidente saliente, Joko Widodo, quiso mediar entre Moscú y Kiev en 2022, durante su presidencia del G20.
Camboya y Laos, en la órbita china, tampoco se espera que acudan, mientras el caso de Vietnam es incierto. El país, que presume de una política exterior neutral, en principio recibirá pronto a Putin, presumiblemente después de que este vaya a Corea del Norte, cuando se teme por un mayor fortalecimiento de los lazos militares entre Pionyang y Moscú.
Los oceánicos Australia y Nueva Zelanda enviarán igualmente una delegación ministerial.
India, por su parte, que mantiene una relación estrecha con Rusia, afirmó esta semana que participará en la cumbre de Suiza “a un nivel apropiado”, sin dar más aclaraciones, y mientras el recién reelegido primer ministro, Narendra Modi, está en Italia para el G7.