“Los primeros 12 meses de invasión rusa a gran escala de Ucrania llevaron a la emisión de 120 millones de toneladas de dióxido de carbono. Sin embargo, en 24 meses de invasión las emisiones se han incrementado de manera significativa hasta los 175 millones de toneladas de dióxido de carbono”, se lee en un comunicado sobre el informe, elaborado por la Iniciativa para la Contabilización de los Gases de Invernadero de la Guerra (IGGAW).
Este volumen es el equivalente de poner en circulación 90 millones de nuevos coches de gasolina o de construir 260 nuevas centrales térmicas de carbón y supera las emisiones anuales de un país altamente industrializado como Países Bajos, señaló el informe.
"En los meses tempranos de la guerra, la mayoría de las emisiones las causó la destrucción a gran escala de infraestructuras civiles, que requiere un gran esfuerzo de reconstrucción postbélica", afirmó el documento.
"Ahora, tras dos años de guerra, la mayor parte de las emisiones se origina de una combinación de operaciones bélicas, incendios forestales y el daño a la infraestructura energética", agregó.
Las operaciones bélicas ocasionan emisiones en relación al consumo de carburantes de los vehículos, la producción de grandes cantidades de munición y de otros equipamientos militares, así como la construcción de fortificaciones a lo largo de cientos de kilómetros de línea del frente
El coste estimado de los daños causados de este modo por la Federación Rusa asciende a más de 32.000 millones de dólares (29.590 millones de euros), según la IGGAW.