Cada 12 años coinciden las elecciones presidenciales entre México y Estados Unidos, países que comparten la frontera más larga y transitada del mundo, además de dos economías dependientes la una de la otra e innegables lazos familiares: unos 38 millones de ciudadanos de origen mexicano viven en Estados Unidos.
Claudia Sheinbaum, primera mujer presidenta de la historia de México asumirá el poder el 1 de octubre, un mes antes de que los estadounidenses vayan a las urnas el 5 de noviembre, y deberá lidiar con la campaña en Estados Unidos y con el presidente que salga elegido para los próximos cuatro años, ya sea Joe Biden o Trump.
Lea más: ¿Quién es Claudia Sheinbaum?: una científica es la primera presidenta de México
“México y los mexicanos van a ser un tema central en la campaña de Estados Unidos y será importante ver cómo Sheinbaum responde o no a la retórica”, comenta a EFE Jason Marczak, vicepresidente del Atlantic Council, un centro de pensamiento de Washington.
La relación de Sheinbaum con EE.UU.
Sheinbaum arrasó en las elecciones del pasado domingo con cerca del 60 % de los votos, superando incluso los resultados de su mentor político, el presidente saliente López Obrador. Su partido, Morena, de izquierda nacionalista, gozará de una amplia mayoría en el Congreso capaz de reformar la Constitución.
La política de la nueva presidenta hacia Estados Unidos "va a estar en el mismo camino que la política actual de México, con algunos ajustes", opina Marczak.
López Obrador (2018-2024) ha cooperado estrechamente con Washington en materia migratoria, desplegando la Guardia Nacional para frenar a los migrantes y aceptando las devoluciones de indocumentados de terceros países.
Según sus críticos, a cambio de eso habría logrado que la Administración del demócrata Biden hiciera la vista gorda ante las constantes críticas del presidente mexicano a la prensa, al poder judicial y a las autoridades electorales de su país.
Sheinbaum insistirá, igual que su predecesor, en la necesidad de atender las causas de raíz de la migración en el continente y frenar el tráfico de armas estadounidenses para atajar la violencia en México.
También es partidaria del tratado de libre comercio T-MEC, bajo el cual México se ha convertido en el primer socio comercial de Estados Unidos y que deberá someterse a revisión en 2026.
La presidenta electa, científica ambientalista de profesión, parece más partidaria de las energías renovables que López Obrador, quien ha recibido críticas de Washington por su apoyo a los combustibles fósiles.
"Con los Estados Unidos habrá una relación de amistad, respeto mutuo e igualdad como hasta ahora ha sido y siempre defenderemos a las y los mexicanos que se encuentran del otro lado de la frontera", declaró en su discurso de victoria.
Biden, quien ha intentado tener una relación cordial con López Obrador, llamó el lunes a Sheinbaum para felicitarla y le ofreció estrechar la relación para "impulsar la democracia, la seguridad y la prosperidad en ambos países".
¿Y si gana Trump?
Pero según indican las encuestas, el interlocutor de Sheinbaum en el Despacho Oval podría ser Trump a partir del próximo enero. Ello abriría un escenario incierto: ¿se dinamitaría la relación o se impondría el pragmatismo?
El republicano insiste en campaña en su vieja propuesta de construir un muro fronterizo con México y promete llevar a cabo la mayor deportación de migrantes indocumentados en la historia.
En su mandato (2017-2021), Trump obligó a México a endurecer su política migratoria a golpe de amenazas arancelarias, aunque luego tejió una buena relación personal con López Obrador, hasta el punto que el mexicano tardó mucho en reconocer la victoria de Biden en 2020.
"Si algo nos demostró la coincidencia entre Trump y López Orador es que las cosas pueden ser más pragmáticas y menos explosivas de lo que esperamos", apunta Gema Kloppe-Santamaría, internacionalista de la Universidad George Washington.
La experta apunta, sin embargo, que Sheinbaum "no tiene una personalidad populista" como la de Trump y López Obrador, y públicamente es "más contenida".
La clave, según Marczak, está en el fuerte respaldo electoral que ha recibido Sheinbaum, porque la proyectará como una “líder fuerte” en Washington.