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La candidata izquierdista Claudia Sheinbaum fue electa como la primera mujer presidenta de México, según tres encuestas a boca de urna difundidas la noche de hoy.
Según la firma Enkoll, Sheinbaum obtuvo 57,8% de los votos contra 29,1% para la centroderechista Xóchitl Gálvez y 11,4% para Jorge Álvarez Máynez (centro).
Otros dos sondeos de los medios Televisa y El Financiero proyectan a Sheinbaum como “ganadora”, sin revelar aún porcentajes. Estos estudios fueron autorizados por el Instituto Nacional Electoral (INE).
Claudia, la futura gobernante, daría continuidad a la política social y económica del saliente presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Sobria e impasible, Claudia Sheinbaum, una científica brillante a la cual su rival llama “dama de hielo”, buscó convertirse en la primera presidenta de un México machista, de tragedias y pasiones.
Tanto en su militancia estudiantil en los años 1980, como en su primer cargo público como secretaria de Medio Ambiente de Ciudad de México (2000-2006), proyectaba seriedad y enfoque. De rostro imperturbable, rara vez sonreía.
Hace falta revisar viejas imágenes familiares para verla divertida en sus juegos infantiles, o ya adolescente sonriendo coquetamente para la cámara.
La campaña, sin embargo, reveló a una mujer afectuosa y risueña que repartió besos y abrazos entre miles de simpatizantes, y defendió apasionadamente a la “cuarta transformación”, proyecto del saliente mandatario López Obrador.
“Este 2 de junio vamos a hacer historia. Seguirá avanzando la transformación”, proclamó en el Zócalo, principal plaza pública de México, durante su multitudinario cierre de campaña, publicó AFP..
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Pero en 1987 era una reservada estudiante de la maestría de ingeniería energética de la UNAM. “Ni ella ni yo éramos de socializar con todo mundo”, recuerda Guillermo Robles, uno de sus compañeros.
Luego Sheinbaum cursó un doctorado en ingeniería ambiental, para el cual investigó cuatro años en Estados Unidos, y fue parte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC) que ganó un Premio Nobel de la Paz en 2007.
El magnetismo de esa joven de ascendencia judía radicaba en sus convicciones de izquierda que la hicieron militante del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), opina Robles.