“Las acciones preparatorias, la financiación, el ataque y la retirada de los terroristas fue coordinada por internet por los miembros del grupo (Estado Islámico de la) Provincia del Jorasán, que se encuentra en la zona afgano-pakistaní”, aseguró Alexandr Bórtnikov, director del Servicio Federal de Seguridad (FSB), durante una reunión en Biskek, capital kirguís.
Seguidamente, subrayó que "la investigación continúa, pero ya se puede decir con seguridad que la inteligencia militar de Ucrania tiene una vinculación directa con este ataque".
"Ya han sido detenidas más de veinte personas, incluido sus autores materiales y cómplices", agregó durante la reunión de jefes de órganos de seguridad y servicios especiales de la postsoviética Comunidad de Estados Independientes.
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Precisó que los terroristas llegaron a Rusia desde Turquía poco antes del atentado del 22 de marzo en el Crocus City Hall, que fue reivindicado horas después por el Estado Islámico.
“Al término del atentado, los terroristas recibieron instrucciones claras de dirigirse a la frontera con Ucrania, donde les habían preparado una ‘ventana’”, subrayó Bórtnikov.
El jefe del FSB también denunció que el objetivo de aquellos que encargaron el atentado, en clara alusión a Occidente, es estropear las relaciones entre las antiguas repúblicas soviéticas a través del odio étnico y religioso.
"Nuestros oponentes geopolíticos confían en destruir el equilibrio único étnico y religioso vigente durante la larga convivencia entre nuestros pueblos", afirmó.
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El presidente ruso, Vladímir Putin, se ha negado a aceptar íntegramente la hipótesis presentada por los servicios de inteligencia occidentales de que el atentado es obra exclusivamente del ISPK.
Desde un principio, Putin aseguró que el atentado, el más grave cometido en Rusia en los últimos veinte años, se enmarca en la campaña de ataques y acciones de sabotaje perpetrados por Kiev en la retaguardia rusa.
Además, también relacionó a los cuatro ciudadanos tayikos que protagonizaron el ataque con las potencias occidentales, aunque desde entonces no ha presentado prueba alguna.
La embajada de EE.UU. en Moscú había advertido semanas antes a las autoridades rusas sobre un posible atentado yihadista en la capital y, según la prensa estadounidense, Washington incluso señaló al Crocus City Hall como uno de los posibles objetivos.
La prensa independiente rusa arremetió duramente contra las autoridades y la Policía por no tomar apenas medidas de seguridad para proteger uno de los lugares de ocio más populares de Moscú.
El Kremlin también ha sido criticado por centrar todos sus esfuerzos en reprimir la disidencia interna y a los detractores de la guerra en Ucrania, y olvidarse de los auténticos criminales y de las amenazas a la seguridad del Estado.