Hay cerca de 1,5 millones de damnificados en Rio Grande do Sul, fronterizo con Uruguay y Argentina, donde las lluvias torrenciales han causado una destrucción sin precedentes en este próspero estado brasileño, donde se han reportado 107 de las víctimas mortales.
El otro fallecido se registró en el vecino estado de Santa Catarina, que también se vio afectado por el intenso temporal de la última semana, aunque en menor grado.
En Rio Grande do Sul se han visto afectados 425 municipios, algunos de los cuales están totalmente sumergidos bajo el agua y donde 6.200 han quedado totalmente destruidas, según datos parciales de la Confederación Nacional de los Municipios.
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Alrededor de 232.000 personas han sido evacuadas de sus hogares y trasladadas a albergues o las casas de sus parientes, de acuerdo con la Defensa Civil.
Cientos de policías, bomberos, militares y voluntarios se afanan aún hoy para rescatar a la población que todavía está incomunicada por el elevado nivel del agua y que empieza a sufrir con la falta de víveres.
Suben a 108 los muertos y aún hay barrios inundados
Además, las lluvias de las últimas horas obligaron a suspender las labores de salvamento en Porto Alegre, la capital regional, donde aún hay barrios completamente inundados y el principal aeropuerto estará cerrado por lo menos hasta finales de este mes.
El fuerte temporal se desató el lunes de la semana pasada y continuó los días siguientes provocando cuantiosos daños en carreteras, puentes, viviendas y dejando sin luz, ni agua potable a buena parte de la población de Rio Grande do Sul.
Rio Grande do Sul, un importante polo agropecuario, ya sufrió el año pasado fenómenos climáticos extremos, con raros ciclones extratropicales, que también provocaron graves estragos, aunque lejos de la envergadura de este último.
Los especialistas meteorológicos han asociado la intensidad de estos temporales al cambio climático.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó el miércoles, durante un acto para presentar inversiones en áreas de infraestructura y prevención de desastres naturales, que esta tragedia climática es “un aviso para el mundo” y “una factura que le está pasando el planeta” a la humanidad.