Con los zapatos y pantalones empapados, los expertos extraen de las rocas los remanentes de un “elasmosaurio”, un habitante marino en la era del Cretácico, que comenzó hace 145 millones de años y terminó hace 66 millones.
Es una especie de cabeza pequeña, cuello largo y extremidades modificadas en forma de aletas. Los restos fueron encontrados en la playa de Algarrobo, un concurrido balneario, a 100 km al oeste de Santiago.
Es de especial interés para la ciencia porque su esqueleto –de entre 10 y 12 metros– está prácticamente completo, algo muy poco común en este tipo de hallazgos. También porque habría vivido en un período del que no se tenía registro en Chile.
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“Es más antiguo que otros registros que teníamos de elasmosaurios. Los previos eran de fines del Cretácico, hace unos 66 millones de años. Este sería un poco más antiguo, de unos 70 millones de años”, dice el paleontólogo de la Universidad de Chile Rodrigo Otero, a cargo de la expedición.
Para lograr su extracción, los científicos de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile han tenido que organizar expediciones en días que hay poca gente en la playa y cuando se producen algunas de las escasas mareas más bajas del año.
Eso, porque la roca que esconde este reptil prehistórico, de un linaje que se extinguió sin dejar descendientes, se ubica en la rompiente, donde la arena y el agua la cubren y descubren intermitentemente por capricho de las corrientes marinas.
Mientras algunos científicos pican y quiebran la roca con martillos, cinceles, taladros y sierras, otros construyen una barrera con rocas, arena y algas, utilizando luego una bomba para retirar el agua que se filtra o que emana de la excavación.
Cada día las mismas tareas y paciencia durante las tres jornadas que dura la expedición.