El objetivo era hacer frente al creciente problema de los mosquitos Anopheles resistentes a los insecticidas utilizados de forma rutinaria, lo que reducía la capacidad de los mosquiteros de proteger a las personas de la malaria.
Varios millones de estos mosquiteros fueron distribuidos en 17 países de Africa Subsahariana durante la pase piloto de este proyecto, entre 2019 y 2022, periodo durante el cual se realizaron dos ensayos clínicos y posteriormente varios estudios.
La conclusión ha sido que los mosquiteros con el insecticida de prueba que contenía dos ingredientes (piretroide y clorfenapir) era de un 20 % a un 50% más eficientes a la hora de proteger contra la malaria, en comparación con los mosquiteros estándar (únicamente piretroide).
El coste adicional por caso de malaria evitado con estos mosquiteros osciló entre 0,66 y 3,56 dólares, frente a un ahorro potencial de casi 29.000 millones de dólares para los sistemas sanitarios, según datos de la UNITAD, una agencia de investigación en soluciones sanitarias de Naciones Unidas.
"El proyecto ha contribuido enormemente a la lucha contra la malaria, ayudando a acelerar la introducción de mosquiteros de última generación, una herramienta vital para reducir los casos y muertes por esta enfermedad", señaló su director ejecutivo Phillippe Duneton.