Así lo dijo en una entrevista con EFE en Cartagena (sureste de España), donde el próximo 10 de abril participa en un encuentro presencial con lectores de su cómic ‘El meteorito somos nosotros’, uno de los tres libros finalistas de los Premios Hache, la sección para adolescentes de 12 a 14 años del Proyecto Mandarache de fomento de la lectura que organiza el ayuntamiento y cada año congrega a miles de jóvenes que se convierten en el jurado.
En esta edición, casi 2.300 adolescentes lo leyeron junto a las otras dos novelas finalistas, ‘Jeans’, de Mónica Rodríguez, y ‘Se buscan héroes’, de Paloma Muiña, y es la primera vez que se incluye un cómic entre los finalistas.
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Para Adanti, cofundador de la revista ‘Mongolia’, “es un género propio al mismo nivel que la literatura” que “a diferencia de otras artesanías narrativas” tiene la particularidad de obligar a un trabajo extra de condensación: “Pasas dos o tres años trabajando en algo que se lee en un viaje de tren y es lo que me parece más bonito: cuanto más esfuerzo para reducir, más directo llega el mensaje al lector”.
El autor, que inició su trayectoria en los años 90 y ha publicado una decena de obras además de trabajar en diferentes revistas y medios de comunicación, insistió en la necesidad de “desmitificar la literatura y el arte”, que considera oficios “artesanos” que “se aprenden probando, sin tener miedo al error y preguntando a los maestros”.
“Todo lo demás son mentiras de clase, el talento es muy relativo. Si nazco hoy en Gaza, es difícil que llegue a tener talento, seguramente no tendré tiempo para desarrollarlo, solo para intentar sobrevivir”, reflexionó.
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Su obra finalista es un trabajo divulgativo sobre el cambio climático en el que desde un punto de vista completamente científico se acerca a este problema de manera amena y desde el humor, explica.
Tras años leyendo ensayos y documentos científicos sobre ello, se preguntó qué podría hacer él para dar a conocer este problema que afecta a todo el planeta y no es cosa del futuro, sino del presente, y se propuso un trabajo accesible a todo tipo de públicos.
“Desde mi sobrina de 12 años a mi madre de 80”, dice, lo que le supuso un enorme ejercicio de salir de su zona de confort, dado que su trabajo habitual en revistas como ‘El Jueves’ o ‘Mongolia’ es la sátira de humor para adultos.
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Sin embargo, asegura que ha disfrutado enormemente este trabajo, que le devolvió a los comienzos de su carrera en España, cuando compaginaba las tiras para adultos con historietas en revistas infantiles.
Su objetivo ha sido “desideologizar el cambio climático”, ya que se trata de “un problema científico” y que afecta por igual, “seas negacionista, de izquierdas o de derechas”.
Además, afrontó el reto de “no mentir sobre un riesgo que es real, que es algo que está pasando” y hacerlo en equilibrio con la idea de que la situación “se puede mitigar y hay opciones para tener una vida mejor en el planeta”.
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Por ello, al final del cómic hace una llamada a la acción individual: “Es cierto que el uno por ciento más rico del planeta contamina muy por encima del resto, pero también que la clase media es muchísimo más numerosa y también tiene que actuar”.
El equilibrio, apunta, parte de soluciones simples: “No podemos convencer a toda la humanidad que se haga vegana, pero si todos consumiéramos la mitad de carne, reduciríamos a la mitad el metano que se lanza a la atmósfera”, pone como ejemplo.
En su opinión, los jóvenes tienen esta responsabilidad mucho más interiorizada que los adultos, aunque se enfrentan también a una continua contradicción: se han criado “en una sociedad del consumo total”, pero al mismo tiempo tienen muchísima información y son conscientes de que si no actúan, “esto se va a tomar por saco”.