"El árbol del chocolate", publicado por la editora española Edelvives, fue presentado en comunidades amazónicas por la propia autora, quien lo define en declaraciones a EFE como "un dulce viaje" y una "aventura" que descubre para el lector un árbol tropical "de enorme importancia cultural y medioambiental".
Este es el décimo segundo libro de la escritora nacida en 1969 en Girona (Cataluña), pero que pasó más de veinte años en Latinoamérica y justamente en tres países amazónicos: Ecuador, Venezuela y Brasil.
Aunque reside en Alemania desde 2019, Marull mantiene una estrecha relación con Brasil y colabora con organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil dedicadas a la defensa de la Amazonía, región que visita varias veces al año.
La mayor parte de su vida latinoamericana trabajó como periodista y se volcó especialmente a la cobertura medioambiental, lo cual mejoró su percepción sobre la "importancia de los grandes bosques, sus poblaciones y su cultura".
Pero, sobre todo, esa experiencia despertó su interés por colaborar con la preservación de esos ecosistemas, que intenta transmitir a los niños desde su primer libro, ´Los ríos voladores´, publicado en 2014 y en el que enseña la importancia del ciclo del agua y el impacto de sus alteraciones en la crisis climática.
Ahora, en ´El árbol de chocolate´, recrea la imaginaria aventura de tres amigos que en la escuela escuchan hablar de la existencia de una enorme planta de la que, en sus fantasías, colgarían dulces que estarían sólo a la espera de niños que los devorasen.
Guiados por su gula, emprenden un viaje a la Amazonía en busca del cacao, igual que lo hizo Marull hace unos años en una de sus numerosas incursiones en esa región.
"Después de que fui personalmente a buscar el cacao nativo, quise compartir con los niños mi propia fascinación", explicó a Marull, cuyos libros son redactados en lenguaje juvenil, pero siempre producto de investigaciones periodísticas y consultas con expertos en medioambiente, para garantizar su carácter educativo.
Marull también ilustra sus propios libros, en los que retrata con trazos infantiles, y con la explosión de colores propia de los trópicos, la grandeza de ecosistemas como la Amazonía.
Muchas de sus ilustraciones están dedicadas a la riquísima fauna de esa región y la escritora catalana afirma sin ocultar su orgullo que, durante sus numerosos viajes a la selva amazónica, ha podido ver "personalmente" a casi todos los animales que ha pintado.