En su discurso, Francisco explicó que “el primer anuncio se hace con el testimonio de vida” y preguntó “de qué sirve hacer largas oraciones y muchos bellos himnos, si no sé ser paciente con mi prójimo, si no sé estar cerca de mi madre que está sola”.
“Me escandalizan los hombres y mujeres que tienen padres en una residencia o que están en dificultades y no van a visitarles. La caridad concreta, el servicio oculto, es siempre la verificación de nuestro anuncio: las palabras, los gestos y los cantos, sin la concreción de la caridad, no funcionan”, aseveró
Confesó que en un principio no le gustaba el movimiento a cuyos miembros recibió en audiencia porque lo veía como “una escuela de samba y no un movimiento eclesial”, sin embargo, ”luego, como arzobispo, vi cómo trabajaban, cómo llenaban la catedral durante las reuniones, y empecé a tenerles un gran aprecio. Adelante, pero no como escuela de samba, sino como movimiento eclesial”, los animó.
Hablando de la forma de rezar de este movimiento, incluido en los llamados ‘carismáticos’, con cantos y danzas, el papa subrayó: “En un mundo dominado por la cultura del tener y de la eficacia y también en una Iglesia a veces demasiado preocupada por la organización, cuidado con esto, todos necesitamos dejar espacio a la acción de gracias, a la alabanza y al asombro ante la gracia de Dios”.
"Y los de la Renovación ayudan a ello con su espiritualidad sencilla y alegre", agregó.
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