El Ministerio de Comercio del país asiático publicó este jueves una actualización del listado de tecnologías cuya exportación queda prohibida o restringida, en la que ahora figuran, bajo la primera categoría, las "tecnologías para la extracción y separación de tierras raras".
Asimismo, en la parte de exportaciones restringidas, aparecen las demás tecnologías para minado, procesamiento y fundición de estos materiales, así como las de modificación y adición de tierras raras a materiales metálicos o las fórmulas y procesos de síntesis de agentes extractores para obtenerlas.
Las nuevas reglas no afectan a las tierras raras en sí, aunque Pekín ya había anunciado en noviembre que requeriría a los exportadores de estos materiales que informasen de cada venta al exterior, convirtiéndose en el único producto sujeto a esta exigencia a la hora de ser exportado al extranjero.
En los últimos años se ha especulado con la posibilidad de que China, mayor productor mundial de tierras raras, utilice estos materiales como herramienta de presión en el marco de la guerra comercial y tecnológica que mantiene con Estados Unidos, país que está tratando de aumentar los suministros que obtiene a nivel nacional y de aliados como Australia.
Además, este mismo mes el Parlamento Europeo aprobó una ley para impulsar el suministro de materias primas estratégicas -entre ellas, las tierras raras- y que, hacia 2030, la Unión Europea (UE) sea capaz de extraer de su propio territorio el 10 % de las que consume al año, procesar el 40 % de su demanda y reciclar el 25 %.
China proporciona a la UE el 98 % de sus tierras raras, generando una situación de fuerte dependencia en lo respectivo a estas materias.
Precisamente, Bloomberg apunta a que, hasta hace poco, prácticamente no había refinerías de tierras raras fuera de China, y que estas nuevas prohibiciones y restricciones podrían tener precisamente por objetivo dificultar los intentos de desarrollar esa industria fuera del gigante asiático.
Las tierras raras son un conjunto de 17 elementos esenciales en la fabricación de baterías, imanes para vehículos eléctricos, turbinas para molinos de vientos o teléfonos móviles, así como para las industrias aeronáutica y de defensa.
Recientemente Pekín también anunció restricciones a la exportación de galio y germanio -metales clave para la fabricación de semiconductores- o de grafito, arguyendo en ambos casos que tomaba esas decisiones por motivos de "seguridad nacional".