En una entrevista con EFE por videoconferencia y mediante mensajes de teléfono celular desde Londres, Aris expresó su preocupación por la salud de su madre, de 78 años, y afirmó que su aislamiento es una violación de sus derechos humanos.
“Hasta donde sé, la última vez que (Suu Kyi) tuvo algún contacto con sus abogados fue allá en enero y no ha tenido contacto con nadie fuera del servicio de prisiones y el Ejército”, indicó Kim, el hijo menor de Suu Kyi y el historiador británico ya fallecido Michael Aris.
Suu Kyi fue detenida el mismo día del golpe de Estado del 1 de febrero de 2021 y fue juzgada en un largo proceso opaco que ha sido criticado por Estados Unidos, Reino Unido, la ONU y la Unión Europea, entre otros.
Lea más: Los rebeldes birmanos dicen haber tomado bases del Ejército pese a supuesto alto el fuego
"(Los militares) no me han dejado visitarla ni una vez y no han permitido que me comunique con ella en absoluto, lo que es una violación completa de sus derechos humanos", aseguró el activista, nacido en 1977 en Oxford (Reino Unido) y también conocido como Htein Lin.
Una excepción del aislamiento de Suu Kyi fue la visita en la cárcel que recibió en julio por parte del entonces ministro de Exteriores de Tailandia, Don Pramudwinai, quien afirmó que la mandataria depuesta se encontraba con “buena salud”.
Sin embargo, Aris criticó que la visita fue usada por la junta militar para su propia propaganda y que su madre se encuentra "prácticamente aislada", sin poder relacionarse con otros presos.
Respecto al conflicto en Birmania, el hijo de la líder depuesta afirmó que espera que la junta birmana sea derrotada por las fuerzas prodemocráticas y pidió a la comunidad internacional que apoye a los que luchan contra los militares birmanos y que faciliten la entrada de ayuda humanitaria.
Infancia difícil
El activista anglobirmano pasó la mayor parte de su infancia en Reino Unido junto con su hermano mayor Alexander Aris (nacido en 1973) y sus padres, aunque su vida cambió radicalmente cuando Suu Kyi se marchó a cuidar a su madre enferma en Birmania en 1988.
Ese mismo año, Suu Kyi se unió al movimiento prodemocrático contra la entonces junta militar y su compromiso era tal que no quiso abandonar el país por miedo a no poder volver, lo que le impidió estar con su marido cuando este murió de cáncer en 1999.
Aris estaba con su madre la primera vez que los militares la pusieron bajo arresto domiciliario, situación en la que estuvo 15 años de manera interrumpida entre 1989 y 2010, pero en las siguientes décadas solo la vio en contadas ocasiones.
"Soy consciente de que mi madre tomó una decisión muy difícil cuando me dejó aquí (en Reino Unido). Y estoy muy orgulloso de lo que decidió hacer", dijo su hijo en referencia a su compromiso político.
Durante años su padre se encargó de Alexander, que se graduó en Ciencias Matemáticas y ahora vive en Estados Unidos, y Kim, que se convirtió en carpintero.
Kim Aris recuerda que su madre le hablaba en birmano de pequeño, por lo que llegó a entenderlo bien, pero reconoce que ahora casi no puede hablar el idioma.
Polémica rohinyá
Cuando comenzó la transición política y Suu Kyi llegó al poder en 2016, pudo ver más a menudo a su madre, incluida la visita cuando la liberaron y acudió a verla con un tatuaje con la bandera de la Liga Nacional para la Democracia fundada por ella.
La líder birmana, reconocida con el Premio Nobel de la Paz en 1991, sufrió su mayor desgaste con la crisis de los rohinyás, ya que muchos activistas le recriminaron no hacer bastante para defender a esta minoría sometida a brutales campañas del Ejército en 2016 y 2017.
"Lo que pasó con los rohinyás fue terrible, pero creo que la forma en la que se mostró a mi madre involucrada en aquello fue completamente falsa", precisó Aris, quien indicó que su madre trató de hacer lo que pudo para ayudar a los rohinyás pese a las restricciones de los militares.
Aris estuvo en un segundo plano con respecto a su hermano mayor, que solía tomar la palabra en los actos representando a su madre, pero en los últimos meses el vástago menor ha aumentado su activismo.
En ese sentido, participó en una campaña en la que se tatuó la mítica serpiente naga -en honor del famoso luchador de ‘kick-boxing’ Too Too, que murió posiblemente torturado en una prisión de la junta militar que tomó el poder en 2021- con el fin de recaudar dinero para las víctimas del conflicto birmano.
Desde Londres, el hijo de Suu Kyi afirmó que la vida de su familia ha estado marcada desde el asesinato en 1947 de su abuelo, el héroe de la independencia Aung San, y por el conflicto posterior.
“Si no hubiera sido asesinado, la situación en Birmania hoy podría ser muy diferente (...), mi madre no estaría en la posición en la que está. Diría que mi familia ha pagado un precio bastante alto”, concluyó.