"La comunidad internacional tiene características contradictorias. Si Occidente apoya la democracia y los derechos humanos, necesita tener una estrategia estable y duradera, la de ahora no es clara, no es comprensible, cambia todo el tiempo", dijo Rahmani en rueda de prensa en el Instituto Nobel.
Rahmani puso como ejemplo las modificaciones en el acuerdo nuclear con Teherán o las operaciones militares recientes de Estados Unidos en Irak, e instó a apostar por la seguridad en todo Oriente Medio.
"Si nuestra región no se pacifica, si no tiene seguridad, no habrá paz en el resto del mundo", afirmó.
La concesión del Nobel de la Paz a Mohammadi es un premio a todos los activistas iraníes, sostuvo Rahmani, quien cree que el galardón va a dar más espacio a su voz, aunque a la vez el régimen teocrático tratará de "silenciarla", por lo que serán necesarios la protección y el apoyo de la sociedad civil y la comunidad internacional.
Rahmani espera que el Nobel sirva también para unir a los grupos opositores iraníes e hizo una llamada a la unidad.
"No hay una hoja de ruta clara todavía. Queremos libertad y democracia, pero necesitamos un plan en el que todas las minorías, todos participen. Creo que este premio nos ayudará a ponernos en marcha", declaró en una comparecencia en la que estuvo acompañado por sus dos hijos, los gemelos de 17 años Ali y Kiana, que residen con él en el exilio en París.
Narges Mohammadi, de 51 años, cumple una pena de cárcel de diez en la prisión de Evin en Teherán por "la difusión de propaganda contra el Estado", lleva años entrando y saliendo de prisiones iraníes y no ve a sus hijos desde hace casi nueve.
"Soy muy pesimista. Cuando le dieron el Nobel, el régimen restringió su libertad aún más (...) Tiene una sentencia de diez años, pero hay dos casos más abiertos. Quizás en treinta o cuarenta años la vea. Pero da igual, porque siempre vivirá en mi corazón", dijo Kiana Rahmani en rueda de prensa.
Su hermano Ali, en cambio, dijo ser "optimista" y se mostró convencido de que la verá "en dos, cinco o diez años" y de la "victoria final" contra el régimen de Teherán.
"Necesitamos mantener nuestra esperanza porque esta lucha merece ser luchada. Mi madre está peleando para que yo tenga los mismos derechos que mi hermano. Este movimiento es sinónimo de democracia, si no hay igualdad entre géneros, no puede haber democracia", afirmó Kiana Rahmani.
Tanto ella como su hermano dijeron sentirse "privilegiados" por vivir en el exilio y no sufrir la "represión" de las autoridades y definieron a su madre encarcelada como una mujer "valiente, dulce y siempre sonriente".
La joven, que a diferencia de su hermano sólo usó el francés en la comparecencia y no el persa, leyó un breve mensaje enviado por su madre en el que agradecía el premio y recordaba que un centenar de periodistas han sido detenidos en Irán durante las protestas del último año.
Durante la comparecencia, la familia de Mohammadi, incluido su hermano Hamidreza (residente en Noruega), anunció que la Nobel de la Paz iniciará mañana una nueva huelga de hambre para solidarizarse con la minoría religiosa bahaí.
La activista iraní ya había realizado otra huelga de hambre de tres días el mes pasado para protestar por la falta de cuidados médicos en prisión y el uso obligatorio del velo islámico, después de que se le negase ir a un hospital para someterse a una revisión porque se negó a usar un hiyab.
Ante la negativa del régimen iraní a liberar a Mohammadi, serán su marido y sus hijos los que acudan mañana al Ayuntamiento de Oslo para recibir el premio en su lugar.