El parón, tal y como ya es costumbre en las Cumbres del Clima de las Naciones Unidas, será absoluto: el recinto de la Expo 2020 de Dubái que acoge las reuniones cerrará sus puertas y no se permitirá el acceso al lugar, ni la celebración de reuniones formales en sus instalaciones ni ningún otro tipo de actuación oficial, salvo que haya un permiso expreso.
Por no haber, no habrá ni cafeterías abiertas.
Eso no implica que las delegaciones de las 198 partes que han enviado representantes dejen de trabajar.
Por el contrario, es el día que emplean para analizar los documentos, afinar estrategias y preparar el terreno para los días finales en el que sus representantes, entre ellos muchos ministros y otros altos funcionarios, entrarán en escena para dar el paso político de apoyar, o no, las conclusiones, declaraciones y propuestas de la COP28.
De momento, y al contrario de lo que pasó en la pasada COP27 de Sharm El Sheij (Egipto), los borradores definitivos de los documentos que se debatirán en el tramo final ya parecen estar en manos de los negociadores.
La sensación estos días entre los asistentes es positiva, después de unos días en los que la presidencia de la COP28, dirigida por el emiratí Sultán Al Yaber, se ha esforzado con éxito en conseguir una batería de promesas y declaraciones en acción climática, financiación y transición energética.
El anuncio más poderoso fue el del fondo de pérdidas y daños, que recibió el primer día de la reunión el visto bueno de las partes para ponerse en marcha y operar, con donaciones ya anunciadas por 726 millones de dólares.
Pese a esto, negociadores y activistas consideran que aún hay muchos temas por resolver de gran calado, particularmente el "elefante en la habitación" de los combustibles fósiles, en donde aún puede haber mucho por resolver.
El debate y las actividades de la COP regresarán mañana viernes 8 con una jornada dedicada a la juventud, la infancia, educación y formación.