La decisión de abandonar ese proyecto faraónico de infraestructuras marítimas y terrestres lanzado por China en 2013 le fue comunicada a Pekín hace tres días, según el diario Corriere della Sera.
Aunque se retiró del plan, Italia pretende “mantener abiertas las vías del diálogo político” , indicó a la AFP una fuente gubernamental.
En 2019, Italia, acuciada por el peso de su deuda pública, se convirtió en el único país del grupo G7 de las mayores potencias occidentales en participar en ese programa de inversiones masivas, que sus detractores ven como una estratagema de Pekín para ganar influencia política.
Antes de llegar al poder, a finales de 2022, la derechista Giorgia Meloni consideró que la adhesión había sido un “grave error”.
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El proyecto, impulsado por el presidente chino Xi Jinping, busca mejorar las relaciones comerciales entre Asia, Europa, África y otras zonas a través de la construcción de puertos, ferrocarriles, aeropuertos y polígonos industriales.
Según Pekín, más de 150 países participan en el proyecto, que fue criticado a nivel internacional por el peligroso endeudamiento que acarrea para los países empobrecidos.
La adhesión de Italia “no produjo los resultados que esperábamos”, dijo en septiembre el ministro italiano de Relaciones Exteriores, Antonio Tajani.