La relación entre el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y Javier Milei, quien asumirá el Ejecutivo argentino en diciembre, se perfila como un desafío para la diplomacia y tendrá impacto directo no sólo en el estratégico vínculo bilateral, sino además en el Mercosur, bloque también integrado por Uruguay y Paraguay.
Los cimientos para la relación que Javier Milei y Lula deberán construir no son buenos.
Además de la total falta de afinidad ideológica, en la campaña que le llevó a un triunfo electoral el pasado 19 de noviembre, Milei, de estrechos lazos con el expresidente brasileño Jair Bolsonaro (2019-2023), ha tachado a Lula, un aliado del saliente Gobierno de Alberto Fernández, de “comunista” y aseguró que no se reuniría con él como jefe de Estado.
Tras la victoria de Milei, ha habido señales de ambas partes orientadas a, cuanto menos, no dinamitar todos los puentes entre las dos mayores economías de Suramérica, dos países que, además, supieron labrar lazos de amistad, un robusto comercio y alianza política en foros internacionales, como el G20.
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Hasta ahora todo se ha limitado a un saludo de felicitaciones de Lula por redes sociales y una carta de Milei invitándole a la investidura, mientras que el canciller brasileño, Mauro Vieira, recibió este domingo en Brasilia a la futura ministra de Exteriores argentina, Diana Mondino, para un primer diálogo en tono positivo.
“A pesar de ciertas expresiones de moderación, aún hay muchas dudas sobre cómo se verán afectadas las relaciones”, dice Lisandro Mogliati, consultor en negocios internacionales, quien remarcó que “un buen vínculo diplomático es vital” para, entre otras cosas, destrabar barreras o agilizar mecanismos comerciales.
Algunos analistas creen que Milei y Lula, por pragmatismo, no llegarán al extremo de una ruptura, pero que sí podría reeditarse la frialdad y cierta tensión retórica que se dio entre Bolsonaro y Fernández mientras sus mandatos coincidieron.
“En ese momento Argentina fue muy activa para evitar que esa congelación de las relaciones a nivel de presidentes afectara otros ámbitos de la relación bilateral. Es probable que ahora la diplomacia intente algo similar”, señala Gabriel Puricelli, coordinador del Programa de Política Internacional en el centro de estudios Laboratorio de Políticas Públicas.
Todos destacan la habilidad del peronista Daniel Scioli, embajador argentino en Brasilia desde mediados de 2020, para lograr sacar adelante la amplia agenda bilateral pese a la enemistad entre Fernández y Bolsonaro, con quien en lo personal entabló buen vínculo, al igual que con Lula.
Es esta destreza la que parece haber convencido a Mondino de que es buena idea que Scioli permanezca como embajador en Brasilia.
Con todo, los expertos prevén una relación entre Lula y Milei que no será fácil y que previsiblemente también impactará en el funcionamiento del Mercosur, bloque que, desde su creación en 1991, agiliza o paraliza su paso en función de la circunstancial mayor o menor sintonía política entre Argentina y Brasil.
Milei aseveró en campaña que el Mercosur "ha fallado brutalmente" y que, "tal como proponen Paraguay y Uruguay, tiene que ser modificado" porque "así como está no sirve".
Por lo demás, el economista libertario cuestiona toda regulación comercial y sostiene que las transacciones deben ceñirse a acuerdos entre privados, sin intervención alguna de los Estados.
Mogliatti no cree que Milei llegue al extremo de retirar a Argentina del Mercosur -una decisión jurídica y comercialmente muy compleja-, pero señala que, "con ideas tan diametralmente opuestas" entre Lula y el libertario conviviendo en un bloque donde las decisiones se toman por consenso, "es probable un 'stand by' dentro del Mercosur".
“El Mercosur está estancado hace muchos años. Lo más probable es que sigan las cosas como están, sin mayores avances pero tampoco con demasiados retrocesos”, apunta por su parte Puricelli.