Thomas Andrews, relator de la ONU sobre Birmania, y David Boyd, relator sobre el disfrute de un medio ambiente seguro, limpio, saludable y sostenible, aseguraron que la extracción de recursos por parte del ejército birmano está "degradando el medio ambiente, contaminando las fuentes de agua, arrasando los bosques y exacerbando los riesgos del cambio climático".
"Es imperativo que los líderes mundiales ayuden a poner fin a esta crisis apoyando a las comunidades locales para mitigar los impactos climáticos", señalaron los expertos en un comunicado conjunto de cara al cercano inicio de la conferencia anual sobre el cambio climático (COP28) en Dubái (Emiratos Árabes).
Los expertos recordaron que el Estado birmano ya era uno de los países más vulnerables al cambio climático antes de que la Junta militar ejecutara el golpe de Estado en febrero de 2021 y sumiera al país en el conflicto actual.
Andrews y Boyd aseguraron que, desde entonces, la Junta ha mantenido al pueblo birmano como "rehén" mediante desplazamientos "masivos" de las comunidades y la reducción de la capacidad local para responder al cambio climático.
También destacaron la valentía de muchos grupos ambientales que continúan defendiendo la biodiversidad del país, así como las políticas climáticas desarrolladas por las instituciones democráticas y de la oposición.
Ante esta situación, pidieron a la comunidad internacional que apoye estos esfuerzos a través del financiamiento de programas de mitigación y adaptación al cambio climático y evitando compromisos oficiales con la Junta Militar.
En este sentido, los expertos pusieron en evidencia la gestión realizada por la Junta birmana tras el impacto del ciclón Mocha en el noroeste del país en mayo de 2023 que, aseguraron, se basó en una "desvergonzada obstrucción de la entrega de ayuda a las comunidades afectadas".
"Se avecinan más desastres climáticos al país y probablemente serán peores (...). Se necesita una acción urgente y decisiva para ayudar a los más vulnerables", afirmaron.