La Conferencia Internacional de Familiares de Personas Desaparecidas, organizada por el Comité Internacional de la Cruz Roja y que concluyó este jueves en São Paulo, reunió a 50 brasileños y de manera telemática a más de 700 personas de 35 países diferentes para compartir sus experiencias.
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Para estas personas, sentir que no están solas es esencial para continuar adelante con el proceso de búsqueda, durante el cual muchas veces se dan de bruces con la burocracia y una administración sobrecargada.
La coordinadora de protección adjunta a la Cruz Roja de Brasil, Larissa Leite, afirmó a EFE que es “un aliento” para las personas saber que no son los únicos y que no fue “un fallo de su vida”.
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Leite explica que en este espacio las personas intercambian información sobre “las autoridades, sobre cómo buscar a sus seres queridos o sobre cómo vivir con esa ausencia y todas las consecuencias del desaparecimiento”.
Unas 200 personas desaparecen sin que sus familiares se cansen de buscarlos
Las historias de los familiares que buscan los asistentes son muy diversas: desde desapariciones durante procesos migratorios hasta en periodos de dictadura.
Hay madres que buscan a sus hijos, pero también hijos que buscan a padres que desaparecieron hace casi 40 años.
Maria Regia da Silva busca a su hijo Víctor Ruffolo desde 2009, cuando desapareció del hospital de São Paulo donde había sido ingresado de emergencia.
“Los primeros dos años después de su desaparición fueron un tormento”, recuerda.
Maria Regia estudiaba derecho en la Universidad Mogi das Cruzes, pero tuvo que cancelar su matrícula.
“Trabajaba de día y por la noche buscaba a mi hijo”, dice, debido a que las autoridades no pudieron esclarecer el caso.
Unas 200 personas desaparecidas y la necesidad de un registro
Una de las reclamaciones de personas como Maria Regia es que entre en funcionamiento el registro nacional de personas desaparecidas, que lleva en desarrollo desde su aprobación en 2009.
Se trata de una herramienta esencial para que los diferentes estados de Brasil puedan compartir información y facilitar así la búsqueda de personas.
En el caso de Cristina Capistrano y su familia, la desaparición de su padre ocurrió hace 40 años.
David Capistrano, que pertenecía al Partido Comunista de Brasil, fue encarcelado durante la dictadura militar en Uruguaiana en 1974 y su familia nunca recibió más noticias de él.
Nadie fue procesado
Años después, Cristina Capistrano averiguó que su padre, como otros opositores, había sido llevado a un centro clandestino de tortura donde fue ejecutado.
“Una de las personas que trabajaba ahí confesó haber recogido los restos mortales”, afirma, “pero nadie fue procesado debido a la ley de amnistía” de 1979.
La exigencia de Capistrano va más allá de poder enterrar a su padre. Tal y como lleva pidiendo desde hace años, “es necesario que el estado reconozca que fue responsable”.