'Walicho', el cómic caleidoscópico de la argentina Otero sobre la brujería y la sororidad

Pilar MartínMadrid, 20 nov (EFE).- La historietista argentina Sole Otero dice entre risas que su nuevo cómic es "muy gordo", porque tiene 376 páginas, pero 'Walicho' son nueve historias entrelazadas a lo largo de dos siglos con un hilo conductor: brujas, sororidad y sus conflictos.

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Tres hermanas acusadas de brujería desde finales del siglo XVII hasta la actualidad, una cabra y hombres que se quedan sin control son las claves de 'Walicho' (Salamandra Graphic), el nuevo cómic de Otero que empezó porque quería contar una "anécdota familiar", según cuenta a EFE la autora, ganadora del Premio Fnac-Salamandra Graphic 2020 con 'Naftalina', con la que también ganó el Premio del Público en el festival internacional de cómic de Angulema (Francia) de 2023.

"Tenía ganas de hacer una historia sobre brujas y hablar sobre hermanas, sobre lo que dice Martín Fierro en uno de sus poemas: Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera; tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera", dice Otero.

Y eso es lo que sucede en 'Walicho', donde a través de nueve historias entrelazadas con hilo fino la argentina se centra en el conflicto, en cómo a veces se supera y en cómo en otras no hay 'sororidad' que venza ciertas situaciones.

Con ese tema como germen, la imaginación de Otero fue creciendo y se le fueron agregando otras que hicieron que la base de la historia se convirtiera en algo 'desafiante', no sólo para la autora, sino también a los lectores.

Porque lo que sucede en 'Walicho' es que en estos relatos nunca la historia de las hermanas brujas es la principal, sino que la trama la protagonizan personajes secundarios que giran entorno a estas hechiceras.

"Es como un caleidoscopio, me propuse hacer algo narrativamente más complicado y ambicioso y fue entretenido porque son nueve historias con su propia estética y su propia manera de contarse, algunas son un poco parecidas y esa fue la idea", relata.

Y aunque ella es la que ha dado vida a estas mujeres, amadas y odiadas, asesinas y dadoras de vida, reconoce que no tiene claro si "son buenas o malas", pues "tienen como un dejo de bondad, cosa protectora, pero al mismo tiempo son oscuras, dan miedo", matiza.

Unos personajes "justicieros" que hacen su propia ley y, por eso, "se sobrepasan".

Con historias donde el texto domina la página y otras donde el silencio es el gran protagonista, Otero explica que el mayor desafío de esta novela gráfica ha sido el color, "hacer algo más oscuro" después de venir de cómics más luminosos.

Respecto al esoterismo que domina la obra, asevera que ella no es "esotérica", pese a que sí que cree un "poco" en "la necesidad del hombre de vincularse con la naturaleza, con algo más sensitivo".

"No creo en las brujas y en el libro intento hablar de algo que pienso: hay un inicio en la parte de la iglesia del hombre ligada al animismo que luego se institucionalizó en la religión y eso es lo que critico", añade.

Con un español "ríoplateño", la escritora afirma que no quiso que en España se publicara neutro porque en Latinoamérica están "muy acostumbrados" a leer "con toda su jerga".

"Y si cuento algo que pasó en Argentina hay que respetarlo", concluye.

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