Arce dijo en la red social X (antes Twitter) que el Estado boliviano "siempre será respetuoso de la voluntad democrática de nuestros pueblos" y que deseó "prosperidad al hermano pueblo de #Argentina y éxitos a su presidente electo, Javier Milei".
"Trabajaremos para que las relaciones entre nuestros pueblos sigan firmes como hasta ahora, con base en la hermandad, complementariedad y respeto mutuo", agregó el mandatario boliviano del izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS).
Por su parte, el exmandatario (2006-2019) y líder del MAS, Evo Morales, manifestó en sus redes sociales que recibe "con respeto y admiración" la decisión de Argentina y que "ninguna circunstancia política podrá afectar la indestructible hermandad entre el pueblo boliviano y el pueblo argentino".
Los gobiernos de Morales y Arce fueron cercanos a las administraciones de Néstor Kirchner (2003-2007), Cristina Fernández (2007-2015) y Alberto Fernández (2019-2023), con los que han compartido sus principios ideológicos de izquierda.
El expresidente boliviano (2003-2005) y líder opositor Carlos Mesa valoró "la actitud democrática de los votantes" argentinos y deseó que los desafíos y necesidades de Argentina "se resuelvan respondiendo al cambio que eligieron mayoritariamente sus ciudadanos".
"¡Felicidades Presidente @JMilei! #Argentina cambia de rumbo, cierra ciclo K y abraza el camino de la libertad", escribió en sus redes sociales el exmandatario Jorge Tuto Quiroga (2001-2002).
Milei, de La Libertad Avanza, venció este domingo con un 55,69 % (14,5 millones de votos) de apoyo frente al 44,30 % (11,5 millones de votos) del candidato oficialista, el peronista Sergio Tomás Massa, con el 76 % de asistencia de los votantes.
Está previsto que Milei asuma la Presidencia de Argentina el próximo 10 de diciembre.
Milei, de ideología ultraderechista, recibió mensajes de apoyo del expresidente estadounidense Donald Trump, del exmandatario brasileño Jair Bolsonaro y del líder del partido ultraconservador español Vox, Santiago Abascal.
En cambio, su victoria fue recibida con rechazo por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y distante formalidad por los gobernantes de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, y Chile, Gabriel Boric.