En el comunicado publicado al término de su encuentro en Tokio, los cancilleres de las siete economías industrializadas de mayor peso condenaron una vez más con contundencia el desarrollo de armas de destrucción masiva por parte del régimen de Pionyang y reiteraron su llamada “a la completa desnuclearización de la península de Corea” y a que Corea del Norte abandone sus programas existentes “de manera completa, verificable e irreversible”.
"Hacemos un llamamiento a todos los Estados miembros de la ONU para que implementen de manera plena y efectivamente todas las sanciones relevantes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas e instamos a los miembros del Consejo de Seguridad a cumplir con sus compromisos", incide el escrito.
"En este contexto, condenamos enérgicamente las transferencias de armas de Corea del Norte a Rusia, que violan directamente las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas pertinentes. Instamos a Rusia y Corea del Norte a que cesen inmediatamente todas esas actividades", añadieron en el mismo.
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Washington y Seúl han denunciado que Pionyang ha enviado un millón o más de rondas de artillería y demás equipamiento militar a Moscú para que lo emplee en la guerra en Ucrania.
Se cree que el acuerdo quedó cimentado en la cumbre que mantuvieron en septiembre el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente ruso, Vladímir Putin.
Muchos analistas temen ahora que Pionyang, que parece haber dado la espalda al diálogo con Washington y Seúl en favor de un acercamiento a Pekín y Moscú, reciba a su vez tecnología militar de manos rusas.
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La declaración de los titulares de Exteriores del G7 también condenó "las violaciones sistemáticas de los derechos humanos por parte de Corea del Norte y su decisión de priorizar sus programas ilegales de armas de destrucción masiva y misiles balísticos por encima del bienestar del pueblo", e instó a Pionyang a "resolver de inmediato" la cuestión relacionada con el secuestros de ciudadanos extranjeros, principalmente japoneses.
Tokio sostiene que entre 1977 y 1983 al menos 17 de sus ciudadanos fueron secuestrados por Corea del Norte para impartir lecciones de cultura e idioma en sus programas de adiestramiento de espías.
Pionyang reconoció en su momento parte de estos secuestros y devolvió a cinco personas a Japón, argumentando que el resto falleció o que nunca pisaron suelo norcoreano, una versión de la que desconfía el Ejecutivo nipón, que ha pedido repetidamente a Corea del Norte una investigación a fondo que revele la verdad sobre el destino de esas personas.