La migración “rejuvenece la mano de obra” e impulsa la productividad en las ciudades de América Latina y el Caribe, afirma en su informe el organismo internacional.
“La migración urbana presenta varias oportunidades para el crecimiento económico” porque los migrantes “tienden a ser más jóvenes y a tener menos personas a su cargo”, señala el BID.
Por lo tanto si consiguen un empleo “pueden disponer de más recursos para gastar en bienes y servicios, ahorrar o invertir” , añade en un comunicado.
El BID cita un análisis de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Perú, Paraguay y Uruguay que muestra que, en promedio, “100 residentes urbanos en edad de trabajar mantienen a 42 personas dependientes, frente a las 26 de los migrantes urbanos” .
La edad promedio de los migrantes en América Latina y el Caribe es de 30,4 años, frente a 36,7 años de los habitantes locales. Además tienen una media de 12 años de estudios en comparación con los 10,6 de los residentes.
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Capital humano
Esto explica que “la migración no sólo rejuvenece la mano de obra, sino que también contribuye al capital humano, fomentando el crecimiento de la productividad general de las ciudades” , dice el BID.
El informe propone enfocar la migración como “un potencial” en vez de “un reto”.
Aunque existen desafíos “como la vivienda y el empleo” estos “no deben eclipsar los beneficios económicos a largo plazo de la integración de los migrantes”, sostiene.
“Mediante una mayor integración de los inmigrantes, las ciudades pueden aprovechar una mano de obra dinámica con una gran riqueza de habilidades y perspectivas que pueden impulsar la innovación y la productividad, lo que lleva a una mayor competitividad y prosperidad de las comunidades”, asegura Eric Parrado, economista jefe del Departamento de Investigación del BID, citado en el texto.
Las ciudades son un motor económico en la región. En ellas vive casi el 82% de la población (frente al 50% en 1960), según datos del BID, que considera probable que el cambio climático acelere la migración en las próximas décadas.
El 70% de los migrantes en las zonas urbanas son personas que se desplazan dentro de las fronteras de sus países, pero los internacionales han aumentado en más de un 80% entre 2015 y 2020 hasta constituir el 2,6% de la población urbana total de América Latina y el Caribe.