El gobierno chino informó que más de 150 países, desde Uruguay a Sri Lanka participan en el plan de infraestructuras Nuevas Rutas de la Seda o Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), un programa de desarrollo global de infraestructuras lanzado hace una década por el presidente, Xi Jinping.
Desde entonces, China ha concedido créditos colosales para financiar la construcción de puentes, puertos, ferrocarriles y autopistas en países pobres y de renta media.
“Pekín está desempeñando un papel hasta hora desconocido” y se ha convertido “en el mayor acreedor oficial de deuda del mundo”, afirmaron los autores del informe realizado por AidData, un instituto de investigación del College of William and Mary de Virginia, en Estados Unidos.
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Según AidData la deuda total pendiente de los prestatarios del mundo en desarrollo con China asciende al menos a 1,1 billones de dólares, incluyendo el capital neto, sin contar los intereses.
Este centro de estudios “estima que un 80% de esta cartera de préstamos en el extranjero concedidos por China al mundo en desarrollo está en países en dificultades financieras”.
La cartera de créditos con el banco chino institucional Eximbank suma 2,2 billones de yuanes (307.400 millones de dólares) , según un informe del gobierno de Pekín difundido en octubre.
Los partidarios de las “Nuevas Rutas de la Seda” afirman que el plan entrega recursos para el crecimiento de países emergentes, pero hay críticas sobre la opacidad de los costos de las infraestructuras, que son construidas por empresas chinas.
Además hay cuestionamientos sobre el impacto ambiental y su huella de carbono.