"La decisión de renovar el suministro de agua en un punto concreto para los residentes del sur de la Franja de Gaza, fue acordada entre el primer ministro, Bemjamín Netanyahu, y el presidente (estadounidense, Joe) Biden", indicó a EFE un portavoz del ministro de Infraestructuras y Agua israelí, Israel Katz.
"Es algo acorde a nuestras políticas y posibilita apretar el inédito asedio general de Gaza, sin electricidad, sin agua y sin combustible, hasta que quede eliminado Hamás", la organización islamista que domina el enclave y que lanzó el sábado pasado un ataque sorpresa contra Israel, indicó el portavoz.
"Esperamos que sea verdad", apuntó un habitante de Gaza, actualmente refugiado en Rafah, en el extremo sur de la Franja, indicando que aún no había un cambio inmediato de la situación de escasez.
Un portavoz de Hamás confirmó a EFE la noticia del restablecimiento de servicio "en algunos hogares muy contados", pero subrayó que los cientos de miles de desplazados que habían huido del norte para buscar refugio en Jan Yunis, en el sur de la Franja, no tienen acceso a él.
El sistema de distribución de la compañía de aguas israelí Mekorot, ahora parcialmente restablecido, es independiente de las tuberías municipales gazatíes, ya que conserva la red de cañerías destinadas a los asentamientos israelíes en la Franja, abandonadas en 2005.
Es dudoso hasta que punto esta reapertura de una de las tres tuberías que llevan agua desde Israel a Gaza podrá aliviar la crisis de sed que se cierne sobre las dos millones de habitantes de la Franja, porque aun con el suministro pleno, Israel solo proporciona algo más del 7 % del agua que se consume en el enclave.
El resto procede de tres desalinizadoras públicas y numerosas plantas privadas, que tratan el agua de mar o del único acuífero de Gaza, ya que el agua extraída directamente del subsuelo y canalizada por la red municipal es prácticamente imposible de beber por su alta salinidad.
Además, este agua de grifo está también contaminada por las filtraciones de los desagües y en tiempos de relativa paz no se usa ni siquiera para cocinar, y antes de la guerra, nueve de cada diez gazatíes dependían del agua repartida por camiones o puntos de recogida pública de agua potable.
Ante la escasez de energía eléctrica y de combustible, las plantas han dejado de funcionar y el reparto se ha paralizado.
"Necesitamos llevar combustible a Gaza ahora mismo. El combustible es la única manera de que la gente tenga agua potable. Si no, empezarán a morirse por deshidratación", advirtió ayer el comisionado de la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), Philippe Lazzarini.