Luisa González, alfil del expresidente Rafael Correa (2007-2017), y Daniel Noboa, heredero del emporio empresarial de su padre, el magnate del sector bananero Álvaro Noboa, irán a una final electoral atípica tras un periodo de inestabilidad política, convulsión social e inseguridad, que ha sacudido al país en los últimos años.
Quien gane estos comicios solo completará el periodo de cuatro años (2021-2025) que le correspondía al actual mandatario, el conservador Guillermo Lasso, quien recortó su mandato al invocar en mayo pasado la llamada “muerte cruzada”.
Con ese mecanismo constitucional forzó estas elecciones extraordinarias al disolver la Asamblea Nacional (Parlamento), controlada por la oposición que lideraba el correísmo y que buscaba destituirle en un juicio político donde se le acusaba de presunto peculado (malversación), cargo que él rechaza con rotundidad.
Lasso, que no se presentó a la reelección en estos comicios, culpó a la Asamblea de obstruir sus políticas en una cámara donde el oficialismo apenas tenía representación y dejó en manos de los electores la renovación de ambos poderes.
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Correísmo, primera fuerza en Asamblea
Así, González y Noboa pasaron a la final electoral tras quedar como los dos candidatos más votados en una primera vuelta donde también se escogió la nueva composición de la Asamblea, en la que el correísmo volverá a ser la primera fuerza pero no tendrá mayoría absoluta, por lo que quien gane las elecciones presidenciales deberá generar pactos.
De los 137 escaños, Revolución Ciudadana, el movimiento que lidera Correa, obtuvo más de medio centenar.
Un sorpresivo segundo lugar lo obtuvo el movimiento Construye, que tenía como candidato presidencial a Fernando Villavicencio, asesinado el pasado 9 de agosto cuando salía de un mitin en Quito.
Construye alcanzaría unos 27 escaños y estaría seguido por el conservador Partido Social Cristiano (PSC), que lleva una quincena de escaños; y la alianza Acción Democrática Nacional (ADN), de Noboa, con algo más de una docena de asambleístas.
Luego aparecen grupos menores como Actuemos, del excandidato presidencial Otto Sonnenholzner; Pachakutik, el brazo político del movimiento indígena: Claro que se puede, del excandidato presidencial Yaku Pérez; Reto, Centro Democrático, Amigo y otros grupos locales, que también sumarían al momento de integrar mayorías.
Todavía falta por definir los seis asambleístas del exterior, cuyas votaciones se repetirán este domingo después de los problemas registrados con la plataforma informática del "voto telemático" durante la primera vuelta.
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Márgen de victoria será clave
Con ese panorama, cualquiera de los dos candidatos finalistas que logre vencer en la elección del domingo debería analizar los pactos políticos para alcanzar un ambiente de gobernabilidad, aunque más fácil lo tendría González que iría con el bloque de mayoría en la Asamblea Nacional.
Noboa, algo más complicado, podría dirigir su estrategia a conformar mayorías con eventuales aliados como Construye, que podría jugar en contra del correísmo, por ser abiertamente critico a esa tendencia.
Para el exlegislador Ramiro Aguilar, la próxima legislatura será "súper complicada", especialmente para Noboa, quien podría también intentar una alianza con el PSC, otrora fuerza legislativa decisiva, pero que ahora intenta sanar de la herida que le supuso apoyar al Gobierno de Lasso.
Para Aguilar, son muchas las posibilidades que surgen al analizar la conformación de la Asamblea, pero remarcó que la gobernabilidad dependerá de la distancia entre González y Noboa que se alcance en la elección del domingo.
"Si el resultado es ajustado", la gobernabilidad podría tener más dificultades, pues podría obligar al gobernante a efectuar una serie de pactos, algunos de los que podrían resultar poco agradables; pero si el escrutinio deja una distancia "holgada", esta puede jugar en favor de la gobernabilidad, apuntó el también jurista ecuatoriano.
Aguilar, además, dijo que el periodo que se avecina será de transición porque es corto, pero aseguró que será “fundamental para el futuro”, porque definirá cuál tendencia ideológica se posicionará de cara a las próximas décadas.