Desde el comienzo de la Guerra de Israel contra Hamás el pasado sábado, Hizbulá se había limitado a un único toque de atención con misiles y morteros, que argumentó como gesto de “solidaridad” con los palestinos y como medida de presión para que Israel se retire de territorios disputados por el Líbano.
Sin embargo, la tensión se disparó ayer después de que miembros de la Yihad Islámica Palestina (YIP) se infiltrasen en el Estado judío desde el Líbano, desatando una intensa respuesta israelí que causó la muerte de tres miembros de Hizbulá y con el posterior lanzamiento de misiles par parte del grupo chií.
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La escalada ha elevado el miedo a que el movimiento armado liderado por el clérigo Hassán Nasrala decida involucrarse de forma directa en la guerra, aunque la mayoría de expertos siguen viendo poco probable esa posibilidad. Estas son algunas claves para entender la situación:
Desinterés gubernamental
El propio primer ministro libanés, Najib Mikati, dejó claro ayer que la "prioridad" de su Gobierno es mantener la "estabilidad" en el sur del país y la "calma" en la frontera, y así lo ha trasladado a los diferentes representantes internacionales con los que ha tenido contactos telefónicos al respecto.
El Estado libanés busca evitar un conflicto que tampoco se puede permitir, pues el país ni siquiera tiene presidente desde hace casi un año por un bloqueo político con impacto en diversas instituciones, entre ellas el Gobierno de Mikati, atrapado en la interinidad desde mayo de 2022.
Momentos bajos
Además, las arcas estatales no llegan ni para garantizar los servicios más básicos desde que el país entró en una grave crisis económica a finales de 2019, situación que ha impactado también de forma directa a las capacidades de las Fuerzas Armadas.
Al igual que el resto de trabajadores públicos, los militares han visto como sus sueldos se han depreciado a cantidades irrisorias y los recursos disponibles se han mermado fuertemente, mientras el Ejército se sostiene como puede gracias a donaciones por parte de Estados Unidos o Catar.
La institución castrense podría verse impactada pronto también por el bloqueo político, pues el mandato de su comandante, general Joseph Aoun, expira el próximo enero entre previsiones de nuevos desacuerdos a la hora de nombrar a un sucesor.
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Hizbulá, por libre
Con el Líbano fuera de juego, los temores a una escalada giran entorno a Hizbulá, que ya libró unilateralmente una breve guerra contra Israel en 2006 sin que el Ejército libanés participara de forma activa.
Aunque aquel conflicto estalló a raíz de una emboscada con un número de bajas similar al registrado ayer en la divisoria, en esta ocasión el Estado judío no está interesado en lidiar con otro frente al norte y Hizbulá tampoco tendría a priori ganas de guerra.
A nivel político, el partido perdió el año pasado su mayoría parlamentaria, lleva meses en disputas internas con su aliado de coalición y es acusado por la oposición de ser la principal traba que obstruye la elección de un jefe de Estado.
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En los últimos días, diversos políticos rivales han advertido de las potenciales consecuencias si Hizbulá decide enzarzarse a título propio en una guerra abierta, una decisión que podría restarle popularidad entre una población de por sí harta de la clase dirigente.
Milicias palestinas
El movimiento chií tiene un gran poder en el Líbano, con miembros en el Gobierno y en posiciones de alto rango dentro de las Fuerzas Armadas, además de controlar la franja meridional fronteriza con Israel, el oriental Valle de la Bekaa conectado con Siria o los suburbios al sur de Beirut.
Sin embargo, no está claro hasta qué punto autorizaría o estaría involucrado en acciones lanzadas por las facciones palestinas presentes en sus áreas, como la infiltración de ayer por parte de la YIP o lanzamientos de cohetes realizados en el pasado contra Israel.
En los últimos años, otras acciones palestinas desde territorio libanés ya habían derivado en ataques de Hizbulá, como ocurrió en 2021 cuando un lanzamiento de cohetes de esas milicias llevó a Israel a bombardear el Líbano por primera vez desde 2006 y, a su vez, el grupo chií respondió con decenas de proyectiles.
Por ello, sí se esperan nuevos incidentes fronterizos, sean o no iniciados directamente por la formación de Nasrala.