El controvertido paquete “Educación sexual, preguntas y respuestas” fue retirado, y el Ministerio de Educación y Ciencia celebrará un debate público el 5 de octubre abierto a funcionarios del gobierno, expertos, organizaciones no gubernamentales, incluidos grupos de padres, y otras partes interesadas.
La ministra de Educación y Ciencia, Anda Caksa, que suspendió a Liene Voroņenko, directora del Centro Nacional de Educación de Letonia (VISC), a la espera de que se abra un expediente disciplinario contra ella, ha hecho declaraciones contradictorias en los debates televisivos sobre la polémica.
Por un lado, dijo que "la educación sanitaria y la educación sexual en las escuelas son la base de una sociedad saludable e inclusiva", pero también que no le gustaría que a sus propios hijos se les enseñara según los materiales publicados y ahora retirados.
El paquete de educación sexual fue elaborado por psicólogos y expertos y presentado como algo que los profesores podían utilizar según su propio criterio de forma adecuada a la edad para enseñar a los escolares a partir de cuarto grado.
Actualmente, en Letonia no existe un único programa de enseñanza sobre sexualidad en las aulas, sino que puede discutirse en clase de biología, ciencias sociales o deporte.
El paquete ahora retirado enlazaba con materiales de vídeo (también retirados) que explican la relación entre sexo biológico, identidad de género, orientación sexual y otros temas, incluida la cuestión transgénero.
La idea de que una persona puede cambiar de sexo llevó a algunos críticos, como Nils Sakss Konstantinovs, que dirige una consulta de psicología para adolescentes, a afirmar que el plan de estudios conduciría a los niños a buscar terapias farmacéuticas y quirúrgicas de “cambio de sexo” y a advertir de que amenazaba el derecho de los padres a determinar cómo se educa a sus hijos.
Iveta Ķelle, directora de la organización Papardes zieds, que aboga por la educación sexual y relacional de los jóvenes letones, dijo que, según las normas de la Organización Mundial de la Salud y la UNESCO, así como la legislación letona, el gobierno está obligado a educar a los niños en materia de sexualidad.
Encuestas realizadas a padres letones muestran que menos del 5 % se opone categóricamente a la educación sexual en las escuelas y que la mayoría, de una u otra forma, está a favor.
La responsable de Papardes zieds (flor de helecho, a veces símbolo de sexualidad en el folclore letón) afirma que los funcionarios del gobierno "tienen miedo a cómo reaccionará la sociedad".
"Treinta años después de la independencia, el tema de la sexualidad, la salud y los derechos sexuales sigue siendo frágil", afirmó, y añadió: "La parte de la sociedad que está en contra de algo es siempre más activa y agresiva", mientras que "los padres que apoyan la educación para sus hijos no hacen ruido".
"Y hay partidos políticos que saben que si apoyan 'los verdaderos valores morales' conseguirán que una parte de su electorado les respalde", añadió.
Kelle coincide en afirmar que la oposición a la enseñanza sobre cuestiones LGBTQ e identidades de género podría haberse extendido desde Estados Unidos, pero también podría estar influida por Rusia, que se presenta a si misma como defensora de la familia tradicional y los valores religiosos.
En Letonia se oponen a una educación sexual más amplia el partido Letonia Primero (LPV), que propuso la votación de confianza contra Caksa, que no tuvo éxito, así como Asociacija Ģimene, la "Asociación de la Familia" que defiende los valores tradicionales de la familia "natural" y el matrimonio exclusivamente entre hombres y mujeres biológicos.
En Lituania, "los escolares no reciben educación sexual. Existe un programa para las escuelas desde 2016, pero no es obligatorio", dijo a EFE Esmeralda Kuliesyte, directora ejecutiva de la Asociación de Planificación Familiar y Salud Sexual de ese país.
Señaló que "este año, el Ministerio de Educación introdujo un nuevo programa para las escuelas llamado 'Habilidades para la vida' y generó un gran escándalo, organizado por la oposición" y que en este país, mayoritariamente católico, la Iglesia católica también se opone a la enseñanza sobre cuestiones LGBT y salud reproductiva.
La vecina Estonia parece más relajada en cuestiones de sexualidad y fue el primer y único país báltico en permitir las uniones civiles entre personas del mismo sexo y en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo a partir del 1 de enero de 2024.