“Las fuerzas rusas continúan sus acciones dirigidas a destruir al enemigo, (...) en el frente de Kupiansk se amplió considerablemente la zona de control en las inmediaciones de las localidades Sinkovka y Petropavlivka”, indicó.
Según Shoigú, en lo que va de mes, las fuerzas ucranianas perdieron "más de 17.000 soldados, más de 2.700 armas pesadas y equipamiento bélico".
Entre las armas destruidas por el Ejército ruso, el titular de Defensa enumeró siete blindados estadounidenses Bradley; 77 obuses Howitzer M777; 51 piezas de artillería autopropulsada de Alemania, Francia, Polonia y Estados Unidos; además de dos tanques alemanes Leopard y un Challenger británico.
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Señaló que Occidente continúa suministrando equipamiento bélico a Kiev con el anuncio de la llegada de los tanques estadounidenses Abrams y la próxima entrega de misiles de largo alcance, pero indicó que “nada de esto incidirá en la esencia de la operación militar especial y de su desenlace”.
"No existe panacea alguna ni arma que cambie el balance de fuerzas en el campo de batalla. No existen tales armas", zanjó al respecto.
El ministro de Defensa ruso indicó que, "pese a la ausencia de resultados de la llamada contraofensiva, los patrocinadores occidentales de Ucrania no se apartan de su principio inhumano de ofrecer armas como vía hacia la paz".
Con esto, dijo, "solo empujan a Ucrania hacia su autodestrucción".
Shoigú afirmó que, en cambio, Rusia prosigue “incrementando el potencial bélico de las Fuerzas Armadas, con el suministro de armamento moderno y el perfeccionamiento de la preparación de las tropas en base a la experiencia alcanzada durante la operación militar especial”.