La fecha parece quedar eclipsada entre los panameños por el fervor con el que año tras año celebran los fastos de la separación de Colombia el 3 de noviembre de 1903, que se materializó 3 meses después de que el Congreso colombiano impugnó el 12 de agosto el convenio firmado por el secretario de Estado estadounidense John Hay y el ministro del país suramericano Tomás Herrán.
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No son pocos los que reflexionan sobre si Colombia se equivocó al rechazar el pacto o si actuó de forma correcta. Algunos historiadores consideran “humillante” la forma en que se dio la separación por las presiones y las “apetencias” de un imperio en expansión como Estados Unidos.
Historiadores y analistas destacan que se combinaron los intereses económicos de una burguesía comercial del istmo de Panamá, que conspiró para la separación con el temor de que con el rechazo al Herrán-Hay Estados Unidos optara por Nicaragua como ruta para construir la vía acuática.
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Lo cierto es que para el comercio mundial de la época era vital la construcción de una vía interoceánica, un sueño que finalmente se materializó el 15 de agosto de 1914 con la inauguración del Canal de Panamá, una maravilla de la ingeniería construida por EE.UU., y que se ha convertido en el principal soporte a la economía panameña desde el traspaso estadounidense en diciembre de 1999.
El rechazo al tratado en este escenario
El Tratado Herrán-Hay, firmado en Washington en enero de 1903, se negoció cuando Colombia se encontraba con una economía en problemas tras haber sufrido la Guerra de los Mil Días que alcanzó también al istmo de Panamá, en cuya resolución estuvo implicado Estados Unidos debido aparentemente a su interés en el canal, según narran textos históricos.
También estaba el hecho de que la Compañía Francesa del Canal había fracasado en su tarea de edificar la vía acuática al quedarse sin fondos.
El Herrán-Hay, derogado finalmente el 2 de septiembre de 1903 por el Congreso colombiano, tenía cesiones ventajosas para Estados Unidos que llevaron a su abolición, como los derechos de explotación de la vía por cien años prorrogables, importación libre de pagos, uso de los puertos o la creación de tribunales estadounidenses.
Una publicación de la Autoridad del Canal de Panamá consigna que tras el rechazo del tratado, “impaciente” por construir la vía acuática, el presidente Theodore “Roosevelt apoyó el movimiento independentista de Panamá”.
“Y estaba dispuesto a montar un espectáculo de fuerza militar, enviando acorazados a ambos lados del istmo (...) para bloquear eficazmente los acercamientos por mar” de las tropas colombianas.
El rechazo al tratado y sus antecedentes
Así Panamá, que se había unido a la entonces Colombia luego de independizarse de España en 1821, se separó definitivamente el 3 de noviembre de 1903 y, el 18 del mismo mes, pactó con EE.UU. la construcción de la vía acuática firmando la llamada Convención del Canal Ístmico o Tratado Hay-Bunau Varilla.
Conocido como el Tratado que “ningún panameño firmó” por ser suscrito por el ingeniero francés Philipe Bunau Varilla, este convenio era más “leonino” que el Herrán-Hay porque le otorgaba concesiones lesivas a la soberanía panameña.
Sin embargo, el impulso nacionalista llevó a la firma en 1977 de los Tratados del Canal Torrijos-Carter, que pactaron la entrega de la vía a Panamá en 1999.
Separación y humillación
Nils Castro, analista político, docente con experiencia en varios países de Latinoamérica, escritor, diplomático y asesor del general Omar Torrijos (1929-1981) -gestor de los Tratados del Canal de 1977, dijo a EFE que el Herrán-Hay “se usó como modelo para el tratado Hay-Bunau Varila, que varió los términos en perjuicio de Panamá”.
“Abusando de la urgencia económica y la debilidad política y militar de Panamá, EE.UU. impuso a Panamá condiciones más onerosas que las que antes le había propuesto a Colombia”, expresó el analista.
Pero, añade, en Panamá “había mucha necesidad porque el país estaba arruinado por la Guerra de los Mil Días, (y) aquí el Herrán-Hay era bien visto como el mal menor frente a las urgencias que este país sufría”.
Recordó que el convenio Herrán-Hay “pertenece a la historia colombiana, no a la panameña”, y anotó que el Senado colombiano tenía motivos para rechazarlo, pero que “Washington se lo castigó favoreciendo la separación de Panamá”.
Este rechazo, de acuerdo con Castro, fue “moralmente correcto, pero un error político al no prever la gravedad de la reacción norteamericana” para impulsar la separación.
Humillante para Panamá
El asesor de Torrijos en asuntos internacionales reconoce que “esa forma de separarse de Colombia fue humillante para Panamá”.
Sin embargo, apuntó Castro, “después, a lo largo del siglo XX Panamá se fue construyendo como nación, durante sus sucesivas luchas contra el Bunau-Varilla y sus efectos, culminadas en los años 70 con Torrijos”.
“La fortuna heredada por Panamá después de la desaparición de la Zona del Canal y la reversión y desmilitarización del canal, ninguna provincia colombiana la tiene. Luego de casi un siglo de luchas nacionalistas, Panamá ha resultado afortunada y legitimada. Ahora debe saber aprovechar su nueva realidad autoforjada”, remarcó.
Presiones y apetencias
Para el filósofo e historiador panameño Celestino Arauz, “el contexto y el momento en que se firma el Tratado Herrán-Hay es muy esclarecedor de la apetencia hegemónica de Estados Unidos, porque en 1898 ya Estados Unidos se ha convertido en una nación imperial, un imperio con un capitalismo de avanzada”, explicó a EFE.
También, agregó Arauz, esto se da “luego de una guerra con España en 1898 y de que se había apoderado de Cuba, Puerto Rico, Guam, Filipinas, y necesitaba una vía interoceánica para comunicar en sus costas el Pacífico con el Atlántico y viceversa”.
“Eso explica la apetencia de Estados Unidos de construir un canal por Nicaragua o por Panamá”, afirmó Arauz, que observó que era difícil luchar contra esas presiones ya que fue una época de imperialismo norteamericano con la política del ‘Big stick’ o el ‘Gran Garrote’ de Roosevelt.
“Podrían rechazar esa presión. Yo lo veía muy difícil de rechazar, pero ellos también querían, ese es el punto”, manifestó.
A través del Tratado Thomson-Urrutia firmado entre EE.UU. y Colombia el 6 de abril de 1914, ambos países acordaron el pago a Colombia de la suma de 25 millones de dólares, en indemnización por la separación de Panamá.