El papa visitó el centro de caridad Serafina en Lisboa e instó "a ensuciarse las manos"

Lisboa, 3 ago (EFE).- El papa Francisco visitó hoy el centro parroquial de Serafina, en uno de los barrios más pobres de Lisboa y que se ocupa de ayudar a la población, donde reiteró que es necesario "ensuciarse las manos" para ocuparse de los más necesitados.

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El papa, que llegó este miércoles a Lisboa para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que organiza la Iglesia católica, confesó por la mañana a algunos jóvenes y después se trasladó a esta institución, que comenzó su labor hace 45 años y que ofrece servicios educativos y médicos a la población, además de servir 1.200 comidas diarias.

Francisco, que fue arropado este jueves por 500.000 jóvenes la ceremonia de bienvenida, no quiso dejar de visitar este barrio conflictivo y marginal donde trabaja la Iglesia del país y recomendó a los católicos "hacer el bien juntos, actuar concretamente y estar cerca de los más frágiles".

En la pequeña sala de actos, junto a varios niños que reciben atención en este centro, el papa escuchó algunos testimonios de las asociaciones "Ajuda de Berço", que se encarga de pequeños abandonados o en riesgo y "Acreditar", dedicada a los menores con cáncer y sus familias.

"No debemos dejarnos 'definir' por la enfermedad o por los problemas, porque no somos una enfermedad o un problema. Cada uno de nosotros es un don, un don único, con sus límites, un don valioso y sagrado para Dios, para la comunidad cristiana y para la comunidad humana", dijo.

El papa después dejó de leer su discurso porque había poca luz y "no podía forzar la vista y seguir leyendo mal", por lo que pasó a improvisar.

Habló a los presentes del "amor que se ensucia las manos" y que cuando da la mano a una persona necesitada "no siente asco".

"¿Le tengo asco a la pobreza de los demás? ¿Busco siempre la vida destilada que existe en mi fantasía pero no existe en la realidad? ¡Cuántas vidas destiladas, que pasan sin dejar huella!", agregó.

Valoró entonces el trabajo de estas personas, que "son de inspiración" y "sí que dejan huella" y les pidió que "nunca se desanimen".

En el discurso que les había preparado y que entregó a los presentes, el papa afirmaba que "para un cristiano, en efecto, no hay preferencias ante el necesitado que llama a nuestra puerta, ya sean connacionales o extranjeros, pertenecientes a un grupo o a otro, jóvenes o ancianos, simpáticos o antipáticos".

Tras este acto, el papa almorzará con un grupo de chicos participantes en las JMJ en la nunciatura, donde reside estos días.

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