La Ciudad de la Alegría toma Lisboa para potenciar la fe de los jóvenes

Paula FernándezLisboa, 2 ago (EFE).- Conocer gente, diferentes realidades y otra manera de vivir la religión es el objetivo que mueve a los jóvenes católicos que visitan la Ciudad de la Alegría, un espacio que ha tomado Lisboa durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) para potenciar la fe de las nuevas generaciones.

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La Ciudad de la Alegría, en pleno barrio turístico de Belém, cuenta con una capilla al aire libre, un Parque del Perdón con 150 confesionarios y una Feria Vocacional que permite acercarse a diferentes movimientos, comunidades, órdenes religiosas y proyectos sociales.

Los grupos de jóvenes se mezclan con sus banderas, se saludan e intercambian experiencias en distintos idiomas.

"Al final es la misma religión pero cada uno la vive a su manera", cuenta a EFE Beatriz, una joven española que visita la feria con un grupo de peregrinos de los maristas de Jaén.

Están "ilusionados" y "con ganas" de vivir la JMJ, que se desarrolla en Lisboa entre el 1 y el 6 de agosto con la expectativa de reunir a más de un millón de fieles.

Tienen previsto seguir la actividad del papa Francisco -que llegó hoy a Lisboa- y disfrutar del Festival de la Juventud -con cientos de conciertos y propuestas culturales-, pero se acercan a la feria a conocer otras realidades.

"Te hace sentir parte de algo más grande realmente, el estar en contacto con gente que habla en otro idioma, que vive la fe de otra forma y está rezando por un mismo motivo y una misma causa. Es muy bonito", asegura Javi, otro joven del grupo.

En la feria, dividida por calles con el nombre de anteriores sedes de la JMJ, como Madrid, jóvenes atienden en casetas de los más diversos movimientos y órdenes.

Es el caso de la mexicana Daniela, una novicia de 26 años que está en el espacio de las Religiosas de María Inmaculada, por la que, asegura, ya ha pasado "mucha gente".

"Los jóvenes realmente tienen una sed dentro y están aquí interesándose", señala a EFE Daniela, que considera que pueden encontrar una respuesta en la feria.

En la caseta de los Concepcionistas al servicio de los pobres, una rueda de alfarería recibe a los visitantes para recordar algo: "Nosotros no somos perfectos y Dios nos va moldeando", explica a EFE la mexicana Itzel Caballero.

"Así como el barro, que muchos jóvenes ya experimentaron, se destruye o no queda muy bien, Dios constantemente quiere construirnos e ir haciendo lo mejor de nosotros. Y nosotros queremos transmitirlo a la juventud", dice Caballero, mientras varios jóvenes se agolpan alrededor, curiosos y esperando su turno para moldear.

"Ayer reflexionábamos sobre cómo la Iglesia católica nos une. A pesar de que hay distintos colores, distintos idiomas y distintas formas de expresar la fe, en el momento de orar y rezar y hasta en el momento de cantar somos los mismos", afirma Nelly, una venezolana de 31 años residente en Argentina.

Nelly acude a la JMJ con su marido y asegura que cree "mucho" en los jóvenes, pese a que las nuevas generaciones se visten y se expresan de forma distinta.

"No es que la fe se esté perdiendo sino que hay distintas formas de expresarla", sentencia.

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