China es el principal acreedor bilateral de Bolivia, cuya deuda con ese país hasta el pasado 31 de mayo era de 1.445,4 millones de dólares, según el Banco Central de Bolivia (BCB).
La balanza comercial bilateral se inclina a favor de China con un saldo negativo para Bolivia de 498 millones de dólares entre enero y mayo de 2023, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Las principales operaciones chinas en Bolivia están actualmente en el área de la construcción, particularmente de carreteras debido a que estas obras se financian con créditos de ese país, explicó a la prensa internacional, entre ellos EFE, el ministro de Economía, Marcelo Montenegro.
También están en el área minera, algo criticado sobre todo por la oposición, que ha denunciado varias veces que empresas chinas operan en la minería aurífera camufladas en cooperativas locales que están ocasionando graves daños ambientales incluso en áreas protegidas del norte de La Paz.
Aunque ahora el foco está puesto en la explotación del litio, en el que dos empresas chinas se han asegurado la participación mediante convenios con el Gobierno para aplicar sus tecnologías de extracción directa de litio (EDL) en los salares bolivianos.
El avance del gigante asiático genera grandes inversiones
Una es el consorcio CATL BRUNP &MOC (CBC), que comprometió una inversión de 1.400 millones de dólares en el montaje de dos plantas de EDL en los salares de Coipasa, en la región andina de Oruro, y de Uyuni, en Potosí, que concentra la mayoría de las reservas bolivianas de litio.
La segunda es Citic Guoan, que invertirá 857 millones de dólares para instalar una planta de EDL en Uyuni.
El avance del gigante asiático, un aliado estratégico
En la Cumbre Mundial de Promoción del Comercio y la Inversión del Consejo Chino para el Fomento del Comercio Internacional, Arce destacó a fines de mayo la cooperación con China en el desarrollo del litio y su papel en el comercio y las inversiones en Latinoamérica.
El Gobierno de Arce, que tiene afinidad ideológica con el presidente chino, Xi Jinping, empezó recientemente a impulsar el uso de yuanes para realizar transacciones internacionales ante la falta de dólares registrada en Bolivia desde fines de febrero.
El ministro Montenegro informó que desde marzo a la fecha se realizaron transacciones de comercio exterior por 278,8 millones de yuanes (unos 38,8 millones de dólares) a través del estatal Banco Unión.
Montenegro afirmó que la cifra es un buen inicio y, si bien no supone que ya se reemplazó al dólar, hay una tendencia mundial en ese sentido.
A su juicio, “China va a seguir teniendo un importante espacio” en la economía boliviana, algo que se ampliará con las inversiones anunciadas en los yacimientos de litio.
Pros y contras
El gerente del privado Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, dijo a EFE que “es indudable que la presencia de China en Bolivia ha adquirido una importancia creciente en los últimos diez años” por la “lógica de expansión” del gigante asiático a nivel mundial a través de las finanzas y el comercio exterior.
Además de ser el principal acreedor bilateral, China es el “primer proveedor extranjero” de Bolivia, que en 2022 compró “casi 4.500 productos de alto valor agregado por poco más de 2.500 millones de dólares”, mencionó.
Una ventaja de abrir las puertas a una economía tan grande es “la posibilidad de activar potenciales de producción y exportación en función de ese megamercado, que está dando enormes réditos a países como Chile o Perú”, aunque está el riesgo de generar una “alta dependencia de un solo país” que, además, es la “segunda potencia mundial”, agregó.
Sobre el uso de los yuanes, Rodríguez consideró que mientras Estados Unidos “sea la potencia mundial que es y la Reserva Federal sea independiente, el dólar seguirá siendo la divisa mundial por excelencia”.
A su juicio, resultaría interesante pagar las importaciones bolivianas con yuanes para ayudar a bajar la demanda de dólares en el país y “descomprimir la presión que hoy existe sobre el tipo de cambio y que está dando lugar a un mercado paralelo con un dólar más caro que el oficial”.